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Luis Carlos de la Peña

Escrivá desencadenado

José Luis Escrivá es el ministro de la Seguridad Social en el Gobierno de España. Nacido en Albacete en 1960, economista con premio extraordinario, ha recorrido los más selectos gabinetes de estudios y presidido instituciones desde donde ha asesorado a ejecutivos de distinto color político. Acostumbrado a manejarse con criterio propio, se sienta en el Consejo de Ministros de un Gobierno de izquierdas sin pertenecer a partido alguno; también a que, cuando habla en público, de inmediato suba el precio del pan. Escrivá desencadenado.

Experto en econometría, esa rama de la economía que utilizando modelos matemáticos y estadísticos predice el comportamiento futuro de los precios, los intereses o la Seguridad Social, el ministro Escrivá no ha tenido reparo –tampoco para desdecirse a las pocas horas– en vaticinar el progresivo deslizamiento de la edad de jubilación hasta las puertas de la misma ancianidad, los 75 años. Una licencia que ha escandalizado a los asalariados todos, incluidos los más optimistas neoliberales y/o estajanovistas.

Se maneja con criterio propio y se sienta en el Consejo de Ministros de un Gobierno de izquierdas sin pertenecer a partido alguno

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En tiempos aún más inciertos que los actuales, otro economista, el profesor Enrique Fuentes Quintana, vicepresidente económico (1977-1978) con Suárez, anunciaba la “difícil conciliación de la Seguridad Social necesaria y la economía dinámica con la que debe contar una sociedad con futuro”. Estamos lejos de dejar atrás estas búsquedas de los óptimos justos equilibrios. La aceleración de la historia social en nuestro país, acreditada por el impulso de este Gobierno progresista, no hace sino acentuar la tensión que las costuras del sistema de ingresos y gastos públicos pueden soportar sin quebrarse.

De Fuentes Quintana a Escrivá media un período fundamental de la economía española, que ha multiplicado por diez nuestro Producto Interior Bruto en cuarenta años, cuando Italia lo hizo por ocho y Francia por cinco. Sin duda una historia de éxito donde trabajadores y empresarios reclaman, todos ellos con justicia, no solo su protagonismo en haberlo hecho posible, sino también el cumplimiento de sus expectativas, su parte del contrato social.

“Racionalizar la gestión, mejorar las prestaciones reduciendo sus costes, disciplinar el gasto y cumplir los compromisos a que pudiera llegarse” era la receta de Fuentes Quintana para la Seguridad Social del futuro, que es ya nuestro presente. No debiera diferir mucho de la que puedan escribir ahora Escrivá y sus interlocutores. Todo ello, claro, procurando no encarecer el precio del pan a golpe de ocurrencias.

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