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Carlos Núñez

Sobre el verdadero origen de Colón

Pocos personajes han dejado un legado con una incógnita tan rodeada de misterio: la procedencia genealógica de Cristóbal Colón podría cambiar los libros de historia. Todo indica que en poco tiempo el mundo conocerá la labor de investigación científica más ambiciosa del análisis genético de los restos óseos del primer navegante de reconocimiento mundial, que no fue hijo de la imaginación de la Edad Media, pero sí marcó el inicio de la modernidad. Este personaje, cuya ascendencia España nunca reclamó, todavía parece mirarnos por encima de seis siglos con su invencible valor en la adversidad.

Pasado este tiempo desde el llamado Descubrimiento de América, y muy consolidada la apropiación de su identidad por un puerto italiano, no va a ser nada fácil el poder difundir su verdadera procedencia. Colón, que no era un humilde navegante desconocido, sino un noble galaico –conde de Caminha–, era recibido por los reyes, tanto castellanos como portugueses, por ser el navegante de mayor prestigio y que, además, había trabajado durante años como corsario al servicio de Portugal, creyó haber encontrado la ruta comercial hispana para llegar a las Indias cruzando el océano Atlántico.

Este personaje, de la envergadura de Pedro Madruga el conquistador de Vigo, se convertiría en el primer símbolo del colonialismo sometiendo a una buena parte del Nuevo Mundo. Corrían tiempos en los que tener rutas propias a las Indias era de gran exigencia comercial. Detrás de Colón y de sus rutas hispanas marcharían los navegantes de Portugal y los de otras potencias europeas, para disputarse un mundo sin dueño y ampliar con las riquezas de Indias su predominio sobre Europa. Italia y otros países se adueñaron del apelativo y de su prestigio, pero no del protagonista.

Lo que no sabía nuestro paisano Cristóbal era que España se convertiría en el país europeo con mayor capacidad para embalsamar con el silencio su propia historia y también la identidad del personaje.

Abundan los argumentos fidedignos sobre la coincidencia de Cristóbal Colón y Álvarez de Soutomaior; sin embargo desorienta el silencio de las universidades e instituciones españolas, que han mantenido la obstinación de dar por válidos posibles documentos y conclusiones académicas tergiversadas sobre la personalidad de Colón, consintiendo con su sigilo el origen foráneo del gran navegante. Pero la historia escrita adulterada no puede sobrevivir. El ADN, como detective de la vida, no solo va a determinar los rasgos físicos de Colón, sino también aspectos de su personalidad.

La biología molecular puede demostrar la contundencia de los hechos históricos que los intereses escritos han ocultado durante seiscientos años. Largos años de espera para poder abrir el arcón e investigar el porqué de ciertas escrituras apócrifas que reinventaron al personaje que abrió las nuevas rutas al Nuevo Mundo.

Solo una minoría de investigadores, destinados al olvido por instituciones y la vieja universidad, han sido quienes nunca perdieron el ánimo ni la pasión por el estudio de la doble vida de un mismo personaje: Álvarez de Soutomaior-Cristobal Colón.

*Miembro del Instituto de Estudios Vigueses

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