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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las garantías

Cada día que pasa parece más verosímil la idea que hasta ahora sostenía un grupo muy reducido de los que en lenguaje coloquial se llaman “cenizos”, que vienen a ser una especie de ultrapesimistas irredentos. Y cuya tesis básica sostiene que, sea con el Gobiermo del señor Sánchez o sus predecesores, en el asunto de Galicia la ley de Murphy sobre empeoramiento parece una jaculatoria. En estas últimas horas, el presidente de la Xunta se entrevistó con las dos ministras gallegas” –Calviño y Díaz–, con las que abordó, en palabras del jefe del ejecutivo autonómico, asuntos “vitales” para su Comunidad de origen.

Ocurre que, a poco que se reflexione, no se percibe que haya habido recogida de cosecha ni siquiera siembra de semilla. Las versiones oficiales y oficiosas –se diferencian en el tono, pero poco más: las segundas suelen ser algo críticas ma non troppo, por si acaso–, no parecen aportar motivos como para echar cohetes, lo que ratifica tendencia. Desde una opinión personal, oídas y leídas las referencias, inquietan más lo dicho por la vicepresidenta primera acerca de la conveniencia de reducir el número de proyectos gallegos que aspiran a los Fondos Next Generation.

Hay cierta lógica, conste, en lo que dijo la señora Calviño en el sentido de coordinar, concentrar esfuerzos y analizar a fondo las prioridades para desembocar en unas pocas “emblemáticas”, informaba este periódico. Lo que falta por conocerse es si la reducción –el presidente Feijóo ya avisó de que no se haría, o no tanto como la ministra planteaba– es si tan sabios consejos, que en resumen significan una petición de prudencia por lo de que “contra el vicio de pedir está la virtud de no dar”, se aplicarán también a otros. Y no hace falta especificar.

Doña Nadia ha de entender que, aquí, el que más o el que menos está ya escarmentado de dar y no recibir. En un solo ejemplo se puede hacer el resumen: Galicia es una de las pocas autonomías que cumplió los objetivos de déficit y ha sido tratada peor que la que más infringió. No se extrañará, pues, su señoría por los recelos del personal, y ya ni se diga de don Alberto Núñez, cuando se habla de “confianza” pero no se añade ni una coma acerca de cómo se asegurará el cumplimiento. Y tampoco cuando se menciona lo de “reducir proyectos” y concentrarlos, porque a saber qué entenderá con eso el Consejo de Ministros.

Y ya no se hable de la ausencia de garantías: en estos lares se dice que sin ellas –sin las garantías– “no hay tu tía”. Y con razón, como sabrá casi tan bien como la mejor doña Yolanda Díaz, la única comunista en un gobierno democrático de la UE pero que no se ha mojado siquiera las calzas ni en los asuntos de Alcoa, ni en los de Meirama, ENCE, Barreras. Gadesa y algunos otros que suman miles de familias trabajadoras gallegas con el corazón en un puño. Presunta vencedora de supuestos “duelos” con Calviño, como sucesora de Iglesias, parece no recordar el modo en que acabó su sexto o séptimo jefe, contando los estatales y regionales que tuvo en su fulgurante carrera. El problema, aquí, es que aún no aportó algo específico para su tierra natal, o para la electoral, que es diputada por Pontevedra. Habrá que ver.

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