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Pedro de Silva

Una cura de urgencia no sana la dolencia

El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido pero no sabes de dónde viene ni adónde va” (Juan, 3.8), le dijo Jesús al sabio Nicodemo, dejándolo pasmado. “La respuesta está en el viento”, proclamaba Dylan en su canción más icónica (Blowin’ in the Wind, 1963), y nadie ha sabido nunca qué quiso decir el profeta. Con los aquí llamados “beneficios caídos del cielo” (windfalls profits) ocurre igual: al final todas las religiones, incluido el capitalismo, se reservan la exclusiva de invocar el enigma, que dispensa bienes y males. Sánchez acaba de confiscar esos beneficios a las eléctricas para devolver al consumidor parte del maleficio llegado del infierno de la tarifa. Pero el marco regulatorio que rige la tarifa eléctrica no es un enigmático cielo, sino una creación humana, que un Gobierno serio (en España y en la UE) debería destripar para reparar a fondo sus disfunciones.

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