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El momento inoportuno de Yolanda Díaz

Todo parece dispuesto para que Yolanda Díaz se convierta en la candidata que presenten las fuerzas de izquierda que hoy se agrupan detrás de las siglas de Unidas Podemos.

Poco queda ya de aquella concejala ferrolana, coordinadora nacional de Esquerda Unida, incluso poco, también, de la parlamentaria gallega de AGE que buscaba nuevas formas de encontrar espacios políticos de cohabitación complementarios a los tradicionales.

Eso sí, queda Yolanda Díaz. La experiencia de un apellido ligado a la ideología comunista y curtido en cientos de batallas políticas; y una mujer, Yolanda, que ha encontrado un modo singular de afrontar y aprovechar las oportunidades políticas que la vida ha ido poniendo a su paso.

Nunca ha renunciado a sus ideas comunistas; por el contrario, en un tiempo donde la claridad de los principios es un obstáculo para el pragmatismo político, ha sido capaz de hacer que sectores plurales de la sociedad comprendan y acepten el valor de sus propuestas.

Yolanda Díaz es hoy el liderazgo político mejor valorado a la izquierda del PSOE, incluso algunos rumores llegaron a colocarla dentro del propio PSdeG, pero lo cierto es que su probable condición de candidata genera una estructura de oportunidad no exenta de riesgo.

Un candidato que no lidera una organización política es un candidato débil, pero un candidato ajeno a las organizaciones políticas que le dan soporte es un candidato sin posibilidades de institucionalización orgánica de su liderazgo. Y no importa lo fuerte que sea su relación con los votantes, la presión de las organizaciones pende, cual espada de Damocles, sobre la cabeza de cualquier líder que no tenga detrás una organización partidaria de soporte.

La crisis de la UCD de Suárez tiene mucho que ver con este modelo del que estamos hablando, y ninguno de los posteriores intentos de Suárez con el CDS pudo ya sustituir la ausencia previa de tal soporte.

Ha recibido la herencia de Pablo Iglesias, pero ya antes se había ganado la simpatía de importantes sectores de la población y el respeto de todos los sectores sociales que han encontrado en ella una constructora de espacios de diálogo siempre difíciles de generar. La pandemia la ha convertido en una referencia de la lucha por la protección de los menos favorecidos y en un modelo de política moderna y constructiva en este tiempo de polarización y destrucción.

Parece que Yolanda nada contra corriente, en sentido contrario al de su tiempo; todo apunta a que al final asumirá un liderazgo inestable en un momento que el sistema parece reconducirse en términos bipartidistas. Pero ella es la única alternativa de los sectores a la izquierda del PSOE para seguir vivos; y ese es el verdadero problema de Yolanda, la necesitan.

Es fácil el acuerdo cuando solo hay una salida, cuando la necesidad orienta una sola dirección; el problema es que ni las necesidades ni los acuerdos son permanentes, ni objetiva ni subjetivamente; mucho más después de unas elecciones difíciles en las que la mayoría dirían aquello de “vai ti que a min dame a risa”.

Pero Yolanda irá, porque está hecha de esa pasta de las políticas de raza, de las que creen en lo que hacen y saben por qué lo hacen. Es un momento inoportuno, no va de oportunismo, pero es su oportunidad, la oportunidad de las cosas en las que cree, y no les dará la espalda.

*Profesora de Ciencia Política de la USC / Miembro del Equipo de Investigaciones Políticas

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