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Ánxel Vence.

crónicas galantes

Ánxel Vence

Guerra abierta al jabalí galaico

Diez años después de que un par de jabalíes embistiesen al coche oficial del presidente de la Xunta, el Gobierno gallego acaba de decretar el estado de emergencia cinegética para facilitar la caza de esta especie. No parece que Feijóo les guarde tan largo rencor a sus asaltantes de hace un decenio, por supuesto. Simplemente, la proliferación de cerdos salvajes hace aconsejable reducir su número.

Apenas pasa semana o mes sin que alguna manada de jabalíes provoque accidentes en las carreteras de este reino, tan abundante en fauna desmadrada. Por no hablar ya, claro está, de los copiosos daños en los sembrados. Los cada vez más escasos vecinos de la Galicia rústica cifran en millones de euros anuales los perjuicios que causan a su producción los incontrolados asaltos de los jabalíes.

Alguno de ellos llegó a alcanzar categoría de leyenda. Tal fue el caso, recordado todavía por los más aprensivos, del jabalí de grandes proporciones que durante un año mantuvo atemorizada a la población de Rodeiro, allá por la comarca de Camba. Las correrías de la bestia terminaron entonces bajo las ruedas de un coche, como suele ser habitual.

Aquel cerdo salvaje –y tan salvaje– de Rodeiro evocaba inevitablemente la leyenda del Twrch Trwyth o jabalí gigante al que el Rey Arturo dio caza a costa de perder a varios de sus caballeros en tan singular combate porcino. El tal Twrch era al parecer un príncipe convertido en cerdo bravío como castigo a unos pecados que las leyendas artúricas no detallan muy bien.

Apenas pasa semana o mes sin que alguna manada de cerdos salvajes cause accidentes en las carreteras

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Dada la tradición, el fiero jabalí victimado años atrás en Camba parecía un claro candidato a ingresar en la cofradía de animales de leyenda de Galicia; pero mucho es de temer que la gente no esté para fábulas, sean artúricas o no. Bien al contrario, la muerte del temible puerco salvaje fue recibida con alivio por el vecindario.

Otro tanto podría ocurrir ahora con la decisión de dar barra libre a las escopetas adoptada por la Xunta para rebajar en lo posible el número de cerdos bravos que traen a maltraer a las gentes del campo en este reino. Miles de ejemplares son abatidos a tiros cada año, pero aun así siguen dando guerra. La especie, que por algo es paquidérmica, resiste con denuedo a esas implacables tareas de caza.

De ahí que el Gobierno gallego, preocupado por la heroica resistencia de los jabalíes al ejército de tiradores que los persigue, haya decretado ahora la emergencia cinegética. Se autoriza su caza durante más tiempo y con medios más sofisticados, como el uso de miras telescópicas y detectores electrónicos para localizar al enemigo.

Incluso los agricultores afectados podrán echarse el arma al hombro para esperar la llegada del cerdo salvaje y, llegado el caso, darle matarile con todas las de la ley.

No funciona con ellos la beatífica actitud de San Francisco respecto al hermano lobo. El hermano jabalí se come los sembrados, provoca accidentes de tráfico y hasta ha llegado a bajar a las ciudades para buscar comida en los contenedores de basura.

Curiosamente, el xabarín o xabaril, como se le conoce en Galicia, es uno de los animales más populares entre los niños de este reino gracias al famoso programa de la tele gallega que lleva ese nombre. Solo es de esperar que la guerra sin cuartel decretada contra el bicho no desate un trauma entre la infancia del país. En toda contienda hay daños colaterales, ya se sabe.

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