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La riqueza talibana

Afganistán cuenta con enormes recursos geológicos estratégicos

Aunque la imagen que se transmite de Afganistán es la de un país paupérrimo, sumido en una grave crisis política y humanitaria, y así debe de ser dada la discriminación económica existente en esa sociedad que afecta especialmente a las mujeres (se calcula que el 90% de los afganos viven por debajo del nivel de pobreza), no es menos cierto que su subsuelo cuenta con yacimientos minerales de enorme interés apenas explotados, lo cual le otorga, de alguna forma, un potencial nada desdeñable para poder cambiar drásticamente sus perspectivas.

Afganistán presenta unas características geológicas de lo más variadas y complejas del globo, con rocas de múltiples litologías que abarcan casi toda la escala cronoestratigráfica, desde el Precámbrico, pasando por el Fanerozoico (Paleozoico, Mesozoico y Cenozoico) y finalmente sedimentos correspondientes a edades más recientes. Por otro lado, su posición en el extremo occidental de la cordillera del Himalaya (mostrando orografías que superan con frecuencia los 6.000 metros de altitud) hace que tenga una complicada estructura tectónica, mostrándose su configuración como un irregular puzle constituido por bloques corticales separados por importantes zonas de fallas, lo que demuestra la alta sismicidad que afecta a la zona. Este enmarañado marco geognóstico justifica su riquísimo patrimonio mineral, rondando unas 1.400 variedades registradas.

A pesar de ser una nación devastada por la guerra, el analfabetismo generalizado, la corrupción política extendida, el negocio del opio y el peso de la sharía, Afganistán cuenta con unos recursos naturales que lo convierten en uno de los centros mineros más notables del mundo. Es rico en petróleo y gas natural, calculándose que sus reservas en hidrocarburos –concentradas en el norte– alcanzan del orden de los 2,3 billones de euros, pero también es prolífico en materiales inorgánicos usados en las nuevas tecnologías: cromo, cobre, oro, hierro, zinc, plomo, cobalto y especialmente litio (EE UU la consideró “la Arabia Saudita del litio”), sin olvidar elementos de las tierras raras. Posee asimismo rocas y minerales no metálicos (carbón, mármol, uranio, bario, flúor, azufre), a los que habría que añadir las piedras preciosas y semipreciosas, codiciadas gemas entre las que se incluyen esmeraldas, lapislázulis, granates y rubíes. Un patrimonio geológico que ronda el billón de dólares, como mínimo, a pesar de que se estima que, dada la escasa investigación que se desarrolla, aún falta mucho por descubrir.

Las modernas tecnologías exigen cada vez más el suministro de litio, cobre, cobalto y tierras raras, elementos abundantes en la región asiática que nos ocupa, que podría llegar a competir a la larga –dada la ausencia total de infraestructuras que posee– con los países (China, Congo y Australia) que lideran con creces la producción mundial de estos demandados productos.

"Las modernas tecnologías exigen cada vez más el suministro de litio, cobre, cobalto y tierras raras, elementos abundantes en la región asiática"

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La extracción minera en este territorio ha sido ancestral a través de los siglos, concentrada, sobre todo, en las piedras preciosas –de manera especial lapislázuli–, calculándose que fueron beneficiadas para los faraones egipcios, sin embargo, se emplearon técnicas de laboreo muy rudimentarias y artesanales. De un modo tibio, los británicos comenzaron la prospección y catalogación de los yacimientos en estos entornos geográficos en el siglo XIX, si bien no se llevó a la práctica su explotación formal. No obstante, fue a partir de las investigaciones realizadas por científicos soviéticos en las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo cuando se acrecentaron los descubrimientos de este tipo de opulencias, con perspectivas muy prometedoras. EE UU aprovechó la llegada de sus tropas a la región en 2001 para poner en marcha proyectos prospectivos encaminados a percatarse de sus menas, valorando billonariamente las reservas de los criaderos existentes.

Si bien se desconoce lo que puede suceder con el retorno al poder de los talibanes para el impulso de este sector, no pasa desapercibido que países cercanos como China, Pakistán, Irán, India o incluso Rusia, parecen interesarse por acercar posturas con los nuevos dirigentes. La pregunta del millón es si China pugnará por este mercado mineral, pues parece ser que ya ha comenzado a mantener contactos con los talibanes, siguiendo su costumbre en las actividades de minería caracterizadas por la estrategia de marketing denominada win-win –de amplia utilización en África–, dado que ya había establecido negociaciones sobre algunas sustancias hace unos años con los cabecillas afganos ahora destituidos.

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