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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los empecinados

Con los dedos cruzados, porque en lo del clima, como en lo de la política, siempre hay que prevenir para no lamentar, una parte de los gallegos, especialmente los que trabajan en sectores directamente amenazados por los efectos del COVID-19, suspira ahora con cierto alivio. Y lo hace, sobre todo, gracias a la coincidencia climática de una ola de calor sahariano que trajo aquí decenas de millares de familias, aparte los peregrinos del Xacobeo –que suman y siguen–, pero también al acierto de la Xunta al exhibir el lema de Galicia como “lugar seguro”. Que los españoles creyeron y vinieron porque las cifras sanitarias lo confirman.

Sin lanzar las campanas al vuelo, ni renunciar a la tesis que a título personal sostiene que Galicia no puede depender solo de la industria turística, y menos ante la perspectiva de cambio climático –lo que ni choca ni contrasta la de que el sector ha de apoyarse a tope, pero a la vez que se desarrollan otros–, lo que sí impone un mínimo siquiera de objetividad es reconocer que, por fortuna para los habitantes de este antiguo Reino, el buen hacer del gobierno autonómico, su eficaz política sanitaria y algo de suerte refuerzan la esperanza de que el país vaya a mejor. Aunque, como siempre, hay quienes se empeñan en negar evidencias. Y así les va.

(En este punto, y en la línea habitual de exponer lo que se opina con claridad, argumentándolo y asumiendo la obligación de rectificar en caso de error, conviene concretar quiénes son los empecinados a que se alude. Y de nuevo hay que apuntar a parte de la oposición, y en concreto al PSdeG y su dirección actual, que lleva semanas en precampaña electoral interna con vistas a su congreso. Y en varios frentes, además: desde el apparat le atizan a sus compañeros supuestamente futuros rivales y, desde la cúpula, a la Xunta, que al parecer –y quizá porque es agosto– sigue la estrategia de ver, oír y callar. A pesar de que es un error manifiesto.

Lo es –siempre desde la óptica personal–, porque quienes deberían estar atentos a la realidad, y de forma especial a evitar aquel antiguo lema latino, qui tace dat –“quien calla, otorga”–, se tragan sin apenas rechistar la frase del secretario xeral socialista que habla de “indecencia” por el supuesto aumento de personal “digital” de la Xunta. Y calla, quizá por si acaso, que el Gobierno central ha batido el récord de España en número de ministros –22 más el presidente– y el europeo de asesores y enchufados “de confianza”, con casi 800. Está visto que hay en el PPdeG quien perdería un concurso de inútiles por inútil. Y por confundir el culo y las témporas).

Conste que cuanto precede no se expone para negar el derecho de su señoría a decir lo que le venga en gana. Se deja escrito porque no resulta del todo ético, y menos aún estético, descalificar por “indecente” a un Gobierno que hace lo mismo, pero menos –echar mano de múltiples cargos de “confianza” y/o “libre designación”–, que el que trata don Gonzalo con tanta devoción que a veces diríase genuflexo. Ni tampoco se hace referencia laudatoria alguna a la Xunta, porque con su silencio bobalicón parece dar siquiera en parte razón a sus rivales. Y permite así que haya quien falte al respeto a los muchos miles de votantes que lo apoyaron tantas veces, y pueda adjudicárseles el cartel de “ilusos” por respaldar a los que callan, luego otorgan. No es la primera vez que tal sucede, pero alguna vez la mayoría reaccionará. Lo malo es que hay muy poco donde escoger y se corre el riesgo de tener que hacerlo al menos malo.

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