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Ignacio Arroyo Martínez

Un razonamiento correcto y una decisión quizá equivocada

A propósito de la decisión del presidente Biden de retirar las tropas en Afganistán

Pocas decisiones, y tan importantes, han sido tan comentadas y criticadas en las redes sociales como la del presidente Biden de retirar las tropas norteamericanas de Afganistán.

La expresión de que “el papel lo aguanta todo” ha sido rebasada en las redes sociales, que no solo aguantan, sino que difunden, de forma masiva e instantánea, cualquier opinión del que tenga a su alcance un ordenador o un móvil. El tema aquí tratado es un buen ejemplo de esa afirmación.

La sorpresa es mayúscula cuando se piensa que una decisión tan importante, costosa y enormemente compleja sea objeto de tantos comentarios, por lo demás mayoritariamente contrarios a la decisión.

El discurso televisivo del presidente tiene el valor en la conquista de las democracias, de ser público, directo y razonado y sometido al escrutinio de las preguntas directas de los periodistas acreditados. Ese comportamiento ya es digno de consideración.

Por otra parte, pocos negarán que las razones alegadas por el presidente, naturalmente tras consultar a sus numerosos y cualificados asesores, son fundadas, al menos en un plano dialéctico: “Hemos invertido en formar y equipar a 300.000 individuos en unidades militares afganas, tan equipadas como cualquier otro ejército en el mundo, frente a los 75.000 combatientes islamistas. Les hemos dotado de una fuerza aérea, inexistente en las fuerzas talibanes insurgentes. Hemos recomendado al gobierno afgano y a sus dirigentes que deben unirse y mantener el gobierno provisional, pues tienen la capacidad para hacerlo. No existe ningún paralelismo con la retirada de Vietnam porque nuestra embajada, en este caso, no fue asaltada reiteradamente ni que su personal tuviera que salir por el tejado. No fuimos a Afganistán para implantar una democracia, sino para defendernos del terrorismo”.

A ello hay que añadir los 800.000 millones de dólares gastados en los veinte años de guerra y la promesa de destinar 4.000 millones anuales hasta el 2024 para equipar a las tropas gubernamentales. Y, por si fuera poco, quiere evitar más muertes de sus soldados americanos.

"El error de la decisión es la amenaza, o el desamparo, en que queda el mundo civilizado frente a un terrorismo talibán instalado en un estado islámico soberano"

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Sin embargo, no todo razonamiento lógico lleva a conclusiones acertadas, al menos en el terreno político. La decisión política, que no es si no dirigir la conducta colectiva, se compone de más ingredientes, que no pertenecen solo a la lógica. Hay otros factores: emocionales, sentimentales, históricos, estratégicos, y, por supuesto, económicos, que se desvían del razonamiento lógico. Ese cóctel se somete, finalmente, al escrutinio de la opinión pública y en última instancia al poder de la mayoría de los votos. Ello no significa que la mayoría acierte. Hitler llegó al poder tras ganar las elecciones, pero no parece que exista una alternativa menos mala que la democracia, directa o representativa, a la hora de organizarnos socialmente.

Las consideraciones anteriores sirven para entender que el error de la decisión, según el argumento de las redes sociales y más allá de la forma precipitada y al parecer sin consultar a sus aliados de la OTAN, es la amenaza, o el desamparo, en que queda el mundo civilizado frente a un terrorismo talibán instalado en un estado islámico soberano.

La pregunta definitiva es si el resto del mundo defensor de los derechos humanos será capaz de proteger, al menos, a sus propios ciudadanos.

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