En el nuevo documental de HBO sobre Barack Obama nos recuerdan la importancia que tuvo su discurso en la convención demócrata de 2004, cuando un joven todavía desconocido se convirtió en una figura política emergente e inspiradora a la cual había que tener en cuenta para los futuros proyectos del partido. El reverendo Al Sharpton recuerda que Obama, en aquel entonces candidato a las elecciones del Senado por Illinois, le advirtió que no solo abordaría los problemas de los afroamericanos, pues pretendía dirigirse a un público más amplio. La alocución no solo constituyó un elocuente llamamiento a la unidad, sino también una invitación a dejar a un lado las políticas de identidad y mirar por el bien común: “No existe una América progresista y una América conservadora, ni una América blanca y una América negra, ni una América latina y una América asiática. Existen los Estados Unidos de América”. La división entre estados azules (demócratas) y rojos (republicanos), según el orador, era una ficción creada por los medios de comunicación. Obama, como señala el periodista Jelani Cobb, no era tan ingenuo como para creerse que dichas divisiones no existían: no hablaba del país que conocía sino del país que podría llegar a ser.

El primer episodio del documental se centra en el ascenso de Obama a la política nacional. En él se ven reflejados sus sueños y aspiraciones. El hijo de una pareja interracial que fue criado por su madre blanca y que siempre vivió intrigado por la ausencia de su padre negro. El estudiante brillante y comprometido que se codea con la élite universitaria en Columbia y en Harvard. El activista frustrado que se topa con las limitaciones del trabajo social. El escritor que sorprende a la crítica con unas tempranas y lúcidas memorias. El político ambicioso que no oculta sus deseos de hacer historia. Esta parte acaba con el viaje de Obama a Kenia en 2006, cuando fue recibido como una estrella del rock por unas entusiasmadas multitudes. A su regreso fueron sus compañeros demócratas quienes le pidieron que se presentara a las elecciones presidenciales.

"Algunos extractos del discurso de 2004 los firmaría hoy un conservador que se lamenta de los excesos de la izquierda posmoderna"

El documental indaga en la vida de un hombre que (como otros tantos afroamericanos de éxito) no para de ser elogiado por ser el primero en algo (primer negro en dirigir “Harvard Law Review”; tercer negro en la historia del Senado desde la Reconstrucción) y va adquiriendo notoriedad pública mientras la Administración Bush comienza a padecer las consecuencias de su gestión en la guerra de Irak y el huracán Katrina. Pero lo más interesante son las conclusiones a las que uno puede llegar sobre el fenómeno que supuso su candidatura del “cambio” y la “esperanza”. Sabemos cómo acaba esta historia. Ocho años después gobernaría el país una persona que, poco antes de llegar a la Casa Blanca, aparecía en las televisiones diciendo que su futuro predecesor no había nacido en Estados Unidos. Sus críticos también sugerían al principio que Obama era un producto de marketing sin apenas sustancia. Luego lo involucraron en otras teorías conspirativas que lo señalaban como un tipo de orígenes inciertos, probablemente marxista, comunista y musulmán, que pretendía acabar con la civilización occidental. En realidad fue uno de los políticos más moderados y dialogantes de la historia estadounidense contemporánea. Algunos extractos del discurso de 2004 los firmaría hoy un conservador que se lamenta de los excesos de la izquierda posmoderna. Lo llamativo es que, a pesar de todo, todavía siga manteniendo la esperanza. Como dijo Christopher Buckley cuando pidió el voto para él en un artículo dirigido a su padre, la gran referencia de la derecha, que había fallecido unos meses antes de que se celebraran las elecciones: “Obama es una rara avis: un político que escribe sus propios libros”.