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Santiago Lago Peñas.

Sorpresas económicas

Esta semana se ha presentado el Informe anual de Ardán que edita Zona Franca de Vigo y elabora en colaboración con la Agrupación estratégica ECOBAS. En él se incluye un capítulo que repasa los efectos económicos de la pandemia sobre la economía gallega en 2020 y el primer semestre de 2021. Si tuviese que destacar algún resultado, me quedaría con los tres siguientes.

Lo ocurrido en la automoción gallega ha sido extraordinario e inesperado. Tras el cierre y la debacle de abril de 2020, tanto producción como exportaciones se han disparado. Tanto, que ya en abril de 2021 habíamos recuperado el nivel de exportaciones prepandemia, como atestigua el informe BAEXGA del Foro Económico de Galicia. A pesar de los malos resultados del textil confección (sin vida social no hay apenas necesidad de comprar ropa), la automoción y la resiliencia del sector agroalimentario han permitido una recuperación de las exportaciones que va significativamente más lenta. Mi pronóstico es que en 2021 Galicia llegará a su mayor cuota histórica de exportaciones sobre el total español, para acercarse al 9%.

Lo ocurrido con el empleo también ha sido extraordinario. Con una caída del PIB de -8,9% en Galicia en 2020, casi lo mismo que la contracción acumulada en el quinquenio 2009-2013, lo normal hubiese sido que el paro se hubiese disparado más allá del 25% de la población activa. Gracias a los ERTE, conseguimos que la tasa paro prácticamente no haya variado en Galicia y que la proporción de trabajadores afectados esté en estos momentos por debajo del 2% del total de afiliados a la Seguridad Social. Está claro que el mecanismo funciona para afrontar crisis temporales y deberíamos incorporar como una herramienta de uso extendido en el futuro. Romper las relaciones laborales complica la vuelta a la normalidad. Hibernarlas, si existe expectativa fundada de vuelta a la actividad, es claramente mejor

Finalmente, la doble sensación de fragilidad y fortaleza que nos está dejando la pandemia. Fragilidad en lo que un simple virus puede cambiar nuestras vidas, en las cadenas de suministro globales, en la dependencia de lo que pasa más allá de nuestras fronteras, en la inexistencia de organismos e instituciones de escala global que puedan gobernar los problemas mundiales, en las deficiencias en la cogobernanza en el Estado de las Autonomías. Pero fortaleza en la capacidad de idear y producir vacunas, en las ventajas de la colaboración público-privada o en nuestros sistemas de protección pública: nuestra sanidad, nuestra educación y los programas de rentas.

Es momento de aprender, de cambiar y reformar, dentro de casa y fuera de ella,;para que la pandemia deje también cosas buenas y nos preparemos ante eventos futuros.

*Director de GEN (Universidade de Vigo)

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