El Gobierno de España acordó por fin los términos que han hecho posible rebajar, para el usuario, los peajes en la autopista del Atlántico, la AP-9. Al ya exministro Ábalos, cocinero de esta solución, le faltaron un par de semanas en el cargo para ser recibido en Galicia con banda de gaitas y bombas de palenque, quién sabe si también con una medalla Castelao. La gloria, en política, además de efímera, es esquiva.
Los números de la empresa concesionaria, Audasa, acreditan lo que a todas luces es un excelente negocio. Más de 20.000 vehículos transitan diariamente por los diferentes tramos entre Tui y Ferrol; los ingresos en un año normal, sin COVID, rondan los 150 millones de euros, dejando un beneficio próximo a los 50 millones, un tercio de lo facturado. Los militantes en el liberalismo económico no debieran sufrir por esta aparente intromisión del Gobierno en la empresa privada: durante los próximos años, hasta 2048, el Estado entregará a la concesionaria, a modo de sustanciosa compensación, la friolera de 2.300 millones de euros. Lo que nos ahorremos usted y yo cada vez que utilicemos la autopista y el telepeaje, lo pagaremos a escote el conjunto de los españoles. Imaginen el fiestón que preparan los felices accionistas privados con cargo a los presupuestos públicos.
Pero no hagan cábalas: no habrá político a derecha ni a izquierda que, por muchos sombrerazos que dedique a la austeridad calvinista o a la economista Mariana Mazzucato, cuestione el modelo que esta medida de socialización de costes consagra. Es una práctica habitual en todas las administraciones: disolver la carga impositiva directa de los usuarios, sea de autopistas o del transporte público, entre la anónima e informe totalidad de los contribuyentes, sean beneficiarios o no del servicio en cuestión: una especie de comunera Fuenteovejuna tributaria. Todo lo contrario a una fiscalidad equitativa y progresiva. La folclórica y ya mítica matria, Lola Flores, en ocasión de padecer un apretón del fisco, lo expresó con urgente claridad: “Si una peseta me diera cada español, saldría de la deuda”. En eso estamos.