Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La universidad estática

Hay que romper con la universidad informadora para dar paso a la universidad creadora. Corresponde a la universidad el dar aportes para la solución de los problemas en todos los ámbitos de la vida. Es, como señala el Premio Nobel de Física Abdus Salam, que “la ciencia no puede estar alejada de la vida”. La universidad tiene que ejercitar su capacidad reflexiva para anticiparse a los acontecimientos, prefigurar los posibles escenarios y la viabilidad de sus propuestas. Pero la universidad de nuestros días se ha inclinado más hacia la tradición que hacia la innovación. La institución universitaria permanece estática, tristemente impotente, fuertemente corporativizada, altamente deshumanizada y presa de sus propios desaciertos.

La educación no ha sido precisamente la institución social o el proceso cultural que más ha cambiado. Casi diría que es todo lo contrario: la educación ha asumido el papel equivocado de perpetuar la tradición. La actitud excesivamente conservadora de la educación frente a los cambios socioeconómicos, frente a la explosión de conocimientos, ha desaprovechado, creativamente, los descubrimientos de las disciplinas básicas de su mismo proceso.

El estudio del cambio tiene su profunda razón de ser en el hecho de que tanto el individuo como la sociedad distan mucho de ser factores rígidos e invariables; antes, por el contrario, su realidad está en su devenir. Las rápidas mutaciones, a ritmo de vértigo, que se registran en el panorama cultural, social y científico de la sociedad contemporánea dan origen a la inseguridad y su secuela de ansiedad y angustia, rasgos típicos del ser humano de nuestro tiempo. En estas condiciones de mutación permanente se les hace difícil a las mujeres y hombres de hoy sentir la tierra bajo los pies. Ese sentimiento de inseguridad que se impone a su existencia compromete gravemente el sano desarrollo de su potencial humano.

"Es notoria la necesidad que tiene la universidad para generar anticuerpos que combatan los peligros del endotropismo y de la endogamia que produce el sistema universitario"

decoration

Pero lo cierto es que los momentos sucesivos de la inevitable evolución se fundamentan en el cambio mismo, sin que este engendre necesariamente una crisis. El cambio que engendra una crisis es el que elimina un sistema de valores e introduce otro nuevo, como ya señaló Ortega y Gasset. El cambio es la ley misma de la evolución, mientras la crisis es la ruptura. En definitiva, la crisis se produce por no estar preparados para el cambio. Es aquí donde radica, a mi juicio, el eje de la acción universitaria y, en general, de la educación: formar al ser humano para el cambio permanente y aun para la eventual crisis producto de la transición.

La naturaleza de la propia educación la obliga a un proceso en constante movimiento, que tiene que estar en permanentes ajustes y modificaciones, tanto en el tiempo como en el espacio. Es decir, cualquier legislación educativa y, en especial, universitaria debe ser lo más breve o concisa posible, absolutamente flexible, orientadora, indicadora y realmente incitadora, si pretende reflejar la propia esencia y las bases filosóficas de toda educación y como consecuencia, de toda creación. Sin embargo, es notoria la necesidad que tiene la universidad para generar anticuerpos que combatan los peligros del endotropismo y de la endogamia que produce el sistema universitario. Este fenómeno para Sergio Vilar demuestra que “muchos solo quieren la autonomía universitaria para poder organizar de manera más caprichosa su particular zona de intereses [...], para confundir la autonomía con su ombligo, o para confundir la universidad con su particular aldea mental”. Sin lugar a duda, para lograr que la universidad pueda estar en evolución o cambio permanente no solo será necesario modificar las normas y las estructuras, sino que será imprescindible renovar y desarrollar los espíritus y las voluntades de todos los participantes de la comunidad universitaria y, en especial, del profesor como un aprendiz a lo largo de la vida que lleve su profesión en los huesos, como nexo propicio para facilitar la más amplia circulación de las ideas, proyectos, experiencias y programas. Estamos frente a un gran reto de regeneración ética de la universidad.

*Catedrático emérito del Sistema de la Universidad de Texas y presidente de la Fundación UIE y de Afundación.

Compartir el artículo

stats