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Alberto González-Garcés Santiso

Nuestro difícil futuro inmediato

Hace unos días me han puesto la segunda dosis de la vacuna. Y como buen ser humano, que mira continuamente su propio ombligo, tengo la impresión de que la pandemia ya está casi superada y me sonrío autocomplaciente. Pero al cabo de un rato miro las cifras de contagios que publica la prensa y me doy cuenta de que no todo va como yo querría. Algo no deseado está pasando.

Al mismo tiempo, leo por aquí y por allá y veo que se habla por todas partes de la necesidad de superar la crisis.

¿Qué crisis?, me pregunto. Me parece leer que una vez teóricamente encauzada la crisis sanitaria, que es lo que todo el mundo esperamos, deseamos y dábamos por hecho, la siguiente crisis que tendríamos que superar es la económica, claro. Pero para superar la crisis económica hacen falta al menos tres escalones.

El primero superar totalmente la pandemia. ¿Hemos superado la pandemia? Sin superar la pandemia es imposible superar ninguna otra cosa. Así que el primer paso, en mi opinión, es no dormirse en los laureles y hacer todo lo necesario para superarla de verdad. Es decir, seguir tomando las decisiones y acciones necesarias para evitar los contagios. Y, al mismo tiempo, continuar con la vacunación y, fundamental, dotar al sistema sanitario de todo aquello que necesite.

Sabemos cómo hay que actuar para evitar los contagios. La dura experiencia de estos meses, más de un año, nos lo ha enseñado. No nos engañemos, no miremos hacia otro lado.

Es evidente que la pandemia ha puesto ante nuestros ojos las virtudes y los defectos de nuestro sistema sanitario. Tenemos que aplaudir sus virtudes. En primer lugar a las personas, los sanitarios en su conjunto. Es de admirar y agradecer su constante dedicación de siempre, y muy especialmente durante la pandemia. Por ello les hemos aplaudido físicamente durante semanas al principio de la pandemia y seguimos aplaudiéndoles en nuestros corazones. Gracias de verdad.

Sin superar la pandemia es imposible superar ninguna otra cosa

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Otras muchas cosas de la sanidad también funcionan y funcionaron muy bien. Aplaudámoslas. Pero también hemos detectado defectos, serios defectos. Los que hayamos detectado, los que sean, corrijámoslos. Hagamos toda la inversión que se requiera. A los sanitarios, al sistema sanitario, hay que darles lo que pidan, oí decir con mucho sentido a más de un analista.

En segundo lugar, la formación. Ni la pandemia nos puede hacer olvidar que la formación es la base de un país. La formación constituye los cimientos que sostienen todo el entramado, incluido el económico, de un país. Y cuando hablo de formación me refiero a todos los niveles. Creo que hace falta una profunda reflexión ya que oigo muchos comentarios sobre la necesidad de adecuar el modelo formativo y educativo a las necesidades reales de nuestra época. Si es así, es necesario un amplio pacto político y social para conseguir un modelo que sea duradero y ampliamente aceptado y que no sea modificado casi en cada legislatura. Actualicemos y apuntalemos la formación. Es nuestro futuro.

En tercer lugar ya está la economía propiamente dicha. Es evidente que hay que relanzarla, incluso realzarla, cuanto antes. Felizmente, tenemos los fondos comunitarios y en la recientísima remodelación del gobierno la economía sale reforzada. La ministra de Asuntos Económicos, una excelente profesional en mi opinión, ostenta la Vicepresidencia primera del gobierno. Más fuerza es difícil.

Pero en economía también necesitamos un gran consenso nacional, si me apuran pacto de Estado, durante una buena temporada. Tenemos que sacar adelante este país que aún está sufriendo y sufrirá las consecuencias de la pandemia. Además, tenemos que ser conscientes de que los fondos comunitarios no serán gratuitos y de que aún quedan flecos, terribles flecos, de la anterior crisis económica, que de manera especial sufren nuestros jóvenes. El apoyo de todos, también de todos los partidos políticos, es necesario para sacar adelante nuestro difícil futuro inmediato.

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