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Luis M. Alonso.

sol y sombra

Luis M. Alonso

Dimensiones

Sánchez ha hecho frente a una crisis de Gobierno decidido a no enfrentarse a una ruptura. Por eso descartó la posibilidad de sugerir una remodelación en Podemos. De lo contrario se hubiera producido un seísmo peligroso, incluso para la coalición. El ala podemita del Ejecutivo es en este momento un grupo descabezado con una vicepresidenta, la ministra de Trabajo, que está a su bola y una marioneta de Iglesias, Ione Belarra, sin capacidad de liderar al resto de los ministros de la izquierda extrema. Probablemente el presidente del Gobierno pensó: la ministra de Igualdad, igual da; el de Universidades, da lo mismo, y al de Consumo, con tirarle de la oreja de vez en cuando resulta suficiente. ¿Para qué cambiar nada en ministerios que apenas tienen razón de ser, si ni siquiera existe además la garantía de que el partido de Pablo Iglesias pueda suplir a sus titulares sin desencadenar una disputa interna? El seísmo hubiera sido aún más violento en el caso de reducir ministerios, lo que habría afectado también a los socios. Cualquier persona sensata, en cambio, lo consideraría una medida razonable para aligerar el peso y el gasto de un Ejecutivo sobredimensionado.

El seísmo [en el Gobierno] hubiera sido aún más violento en el caso de reducir ministerios, lo que habría afectado también a los socios

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En realidad, siempre es problema interpretar las dimensiones. En esta remodelación ministerial se ha hablado de ceses de pesos pesados y de liquidación del núcleo duro. La segunda definición es bastante más certera que la primera. Núcleo duro, sí, colaboradores directos, gente de confianza. Sánchez ha sabido señalar la puerta de salida a los más cercanos y a quienes estuvieron junto a él en las primeras horas. Pesos pesados, en el sentido de calidad política, no existen entre los que se han ido. Probablemente tampoco entre los que les sustituyen, pero eso es todavía demasiado pronto para decirlo. Como también lo es lanzarse a adivinar si detrás de la crisis se esconde una maniobra desesperada para sobrevivir bajo el gatopardismo de cambiarlo todo para que todo siga igual o existe la esperanza de la resurrección.

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