Compañero de fatigas, éxitos y fracasos en el Celta del que fuiste Secretario del Consejo y uno de los impulsores de la Fundación.

Buen compañero, trabajador, enamorado de su familia, alegre, prudente y buen negociante.

Durante 10 años, tuvimos una relación diaria que se convirtió en social además del trabajo. Cuando la conversación se distendía, siempre aparecían en su horizonte, sus dos hijos, su esposa y los primeros nietos por los que sentía adoración.

Roberto era un hombre muy familiar, cercano, inteligente y emprendedor.

Como anécdota vital el mes que nos pasamos en Madrid con el asunto de los avales. Su visita y estancia con nosotros fue un soplo de aire fresco en aquel mes de agosto en el Hotel Sanvy, donde la verdad las pasamos canutas.

La vida y las ocupaciones, nos distancian en el tiempo, pero en este caso no en el afecto a un buen hombre que siempre recordaré con cariño.

Descansa en paz amigo y haz extensivo el abrazo que te envío a tu familia que nunca te olvidará.