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Jose Carneiro

¿Hasta cuándo vamos a dejarnos engañar con Barreras?

El naval vigués se encamina hacia una nueva hecatombe que podría dejar la crisis del antiguo tax lease en mera anécdota y en la que ninguna administración ha querido tomar, hasta ahora, cartas de verdad en el asunto. Barreras se hunde, como en estas páginas hemos venido avisando repetidamente desde hace ya dos años, y lo hace con la anuencia de sus dueños y directivos, preocupados tan solo de salvar el barco, no el centenario astillero vigués. El Evrima, el buque civil más caro de la historia de la construcción naval española, el crucero que iba a catapultar y transformar este sector clave para la economía gallega, acabará siendo su perdición.

Douglas Prothero ya tiene lo que quería: el dinero para acabar el barco, que era lo que verdaderamente pretendía y no para salvar el astillero, como se advirtió en su día. El Cesce y la banca aportarán los fondos para el enésimo sobrecoste del Evrima, que ni siquiera se está terminando en Vigo, sino en Santander, como denunció FARO en medio de la desfachatez con que sus dueños lo negaban una y otra vez. Dejar en las mismas manos astillero y armadora fue el inmenso error que acabó permitiendo este despropósito.

Pero el tiempo pone a cada uno en su sitio y las excusas de Prothero y su equipo se han revelado en falsedades y no solo es que el Evrima se esté rematando en Santander, sino que mientras que esto ocurre la propiedad de Barreras está negociando la construcción de otros dos cruceros –sí, los que se prometieron para Beiramar, otra mentira más– en Francia al tiempo que ha contratado a una consultora especializada en procesos de liquidación y venta de empresas.

Es un punto de no retorno. Salvo que el Gobierno central se tome en serio el problema y deje de lavar su conciencia poniendo dinero –muchísimo dinero, por cierto– y la Xunta desista de jugar a ponerse de perfil como si el problema no fuese con ella. El mayor astillero civil del país y símbolo del naval vigués amenaza con arrastrar a todo el sector por la deuda millonaria que la construcción de este crucero y los proyectos frustrados de Havila y Armas ha dejado en la industria auxiliar. Barreras, hoy, no es más que un lastre en el plan de Prothero, un astillero de usar y tirar y no ese revolucionario polo de construcción naval especializado en buques de ultralujo que proclamó a bombo y platillo a su llegada a Vigo y que algunos, ilusos, acabaron creyéndoselo. El interés general está en el astillero, no en el barco, y cada vez queda menos tiempo para dejar de hacer como los que miran al dedo cuando les señalan la luna.

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