Los que éramos partidarios de las energías renovables (no solo de huertos solares y parques eólicos), porque también pensábamos en los que vienen detrás y, claro, no hay que olvidar que vamos todos en un barco llamado Planeta Tierra, la casa de todos, estamos asombrados e indignados por la forma de llevar a cabo la política energética, que parece conducida por los mismos de siempre. Bien, sigamos.

Si a la ignominia y a la afrenta de que la luz sea cada vez más cara: y que nos sugieran que pongamos la lavadora a las 3 horas de la madrugada (como si fuéramos vasallos, tontos), se le une que se está convirtiendo en una plaga que todo lo arrasa a su paso, hay que decir no es esto…, así no, así no quiero energías renovables. Porque entran dudas de que sea peor el remedio que la enfermedad, claro: casi todo en la vida es relativo, por lo que la forma es fundamental y, las formas, son intolerables y rechazables, por motivos varios.

Parece una plaga: como el turismo de masas, como la torpe política inmigratoria, hace falta una regulación, un control, una intervención política, porque el fin no justifica los medios nunca. Porque esto parece el Oeste americano, la ley de la selva, vaya. Sí.

Hay que frenar esta locura, este avasallamiento, este abuso: No sigan así.