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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

La “hora FP”

La “hora FP”

A la vista de lo que Galicia necesita en oferta laboral para adaptarse a las necesidades del nuevo mercado –30.000 titulados más como mínimo en Formación Profesional Superior, acaba de publicar FARO–, solo los ilusos o los insensatos pueden negar que ha sonado la hora del cambio. Y no para cerrar aulas, sino para abrirlas cuanto antes y para un nivel de estudios que han dejado hace mucho de ser la cenicienta educativa, pero que es un hecho no asimilado todavía por parte de la sociedad española. Aunque urge un matiz: lo han entendido ya las universidades gallegas.

Las tres –Santiago, Vigo y A Coruña– anuncian en sus programas aquella apertura –que no dignificación: esa siempre ha existido entre los educadores– no solo para dar satisfacción a los mercados, sino también para procurar trabajo y progreso a un segmento de la población, la juventud, que aquí no los tiene. Ni siquiera en un porcentaje razonable, lo que condena a los que buscan primer empleo en Galicia y en España, obligados así a la emigración, el paro o la vida a cuenta de sus familias. Vías que no conducen más que a la desesperación y a la crisis demográfica.

De todo esto y unas cuantas cosas más parecidas –en definitiva, de cómo hacer frente al futuro que, ya se dijo, es ahora– hay que hablar, una vez que se supere definitivamente la pandemia, si es que la euforia no lleva a la imprudencia y se olvida que el riesgo aún permanece. En todo caso, y desde Galicia –que ha dado ejemplo de cómo se puede combatir con éxito una peligro colectivo mediante la sensatez de gobernantes y gobernados además de la responsabilidad conjunta–, todos, la opinión pública y la publicada, deberían estar atentos y colaborar en la gran tarea pendiente que es dar a cada uno su derecho. Incluidos los estudios.

Nada hay más justo que eso: apoyar al que defiende una vida digna, respetada desde cada conciencia individual de la forma que se considere más adecuada, y el de proporcionar a la población los medios para alcanzarlo. Es en ese marco en el que ha llegado la hora de la FP, y, por tanto, la apertura de un nuevo horizonte que necesitará un gran esfuerzo colectivo, pero que se puede conseguir. Será necesario, como ya se ha escrito, abandonar los tópicos, entender que la formación en todos sus niveles es un derecho y un deber para que cada cual pueda tener lo que le corresponde.

Eso es la justicia –el ius de quienes inventaron el Derecho– en una sociedad democrática como la que se pretende construir aquí. Una colectividad en esfuerzo que pasa obligadamente por gente que entienda que la formación profesional es necesaria y que nada hay de desdoro en ella, y que eso lo asuman los estudiantes universitarios que llegaron a donde están solo por el viejo y desnortado afán de una burguesía ya trasnochada. En suma, que la Universitas del saber no tenga niveles incomunicados, sino escalones para que todos puedan alcanzar el destino para el que se preparen. Eso exige lograr que la hora FP, como todas las demás de la enseñanza, sea a la vez desafío y éxito, de forma que, en esto sí, nadie quede atrás.

¿Verdad...?

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