El nivel de fútbol español está claro que esta bajando enteros cada temporada que pasa. El desigual reparto del dinero de las televisiones, que tienen el monopolio de las retransmisiones que siempre han beneficiado básicamente a Barça y R. Madrid, ocasionaron una brecha brutal entre estos dos clubes y el resto; ahora, además en comparación con otras ligas, como por ejemplo la inglesa, la “Premier”, en las que el reparto es más equitativo, es más interesante e igualada. Aquí la crisis económica actual tan grave, por los errores gubernamentales al afrontar la pandemia, y para mayor escarnio con la pésima gestión tanto de Tebas y Rubiales, enfrentados entre sí, está dando como restultado un desplome de la competitividad de nuestros equipos, y además, como aficionado de los de toda la vida, me da pena ver el fútbol moderno con el R. Madrid vestido de rosa, el Barça de amarillo, el Atlético de azul y rayitas rojas y/o pantalón rojo, el Valencia con pantalón naranja, y ejemplos aún peores que los anteriores, indumentarias chirriantes todas ellas, para los sentidos; los clubes que llevaban en su uniformidad camisolas a rayas, ahora en la parte de la espalda, son monocolor y desaparecen las rayas, son un horror para la vista.

Los estadios modernos son casi iguales: uno confunde el del Chelsea con el del Ajax, el del Benfica o el de Wanda, y cientos de ejemplos, no tienen peculiaridad, ni la personalidad, ni las señas de identidad propias de los estadios de hace unos años. Atocha, Sadar, Sarriá, Balaídos, el Calderón, la Romareda, etc. Para más INRI, la selección, con la salida del elegante y correcto Robert Moreno y la vuelta del peculiar Luis Enrique, ha empeorado en juego y resultados. Fenómeno.