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Albert Einstein sostenía, según el biógrafo Isaacson, que “hay una realidad que es independiente del modo en que nosotros la observamos”. Tomemos algunos posibles ejemplos: en Cataluña, el exministro de Sanidad, Salvador Illa, centró su campaña electoral en los que él consideraba “auténticos” problemas de la ciudadanía: sanidad, educación, infraestructuras y financiación. Illa y su partido, el PSC, contraponían estas prioridades a la aspiración autodeterminista e independentista de sus rivales nacionalistas. Estos días, amplificando el ruido por los indultos, el propio Illa ha hablado de un referéndum en Cataluña; un cambio en el discurso que viene a admitir la insuficiencia de sus anteriores propuestas y la conveniencia de afrontar la realidad, por incómoda que esta pueda ser.

Otro más: el grupo de los siete países más ricos, G7, ha acordado proponer que las grandes multinacionales paguen al menos el 15% de sus beneficios en el Impuesto de Sociedades. La realidad, léase a Piketty o el reciente estudio de ProPublica sobre las declaraciones de la renta de los 25 norteamericanos más ricos, nos muestra la agudizada tendencia a la acumulación, el oligopolio y la desigualdad frente a la que las políticas recaudatorias, en sus más iluminadas acciones, apenas arañan unas migajas. Nadie escapa al convencimiento de que, con la oportuna anticipación, los nuevos destinos de elusión fiscal se hayan puesto en marcha. De hecho, los últimos chantajes económicos a grandes empresas utilizan las criptomonedas en la nube para ocultar sus millonarios rescates. De nuevo la realidad, y la insuficiencia de nuestras perezosas interpretaciones.

La creciente oposición ciudadana a esta indiscriminada plantación de aerogeneradores estaría mostrando al gobierno autónomo y a tantos beneficiarios del negocio eléctrico, so capa de medioambientalistas, lo desproporcionado de sus planes

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Por último, los planes eólicos de la Xunta han sido durante años el placebo tecnológico, innovador y de inversión en el rural con que se pretendía maquillar la inconsistencia de una auténtica acción política en estos ámbitos. La creciente oposición ciudadana a esta indiscriminada plantación de aerogeneradores estaría mostrando al gobierno autónomo y a tantos beneficiarios del negocio eléctrico, so capa de medioambientalistas, lo desproporcionado de sus planes, la pobreza deliberativa inherente al proceso y la evidencia de una realidad social subyacente, tan genuinamente implicada en la defensa de fuentes renovables de energía como preocupada por la salvaguarda de nuestro medio natural.

A las insoslayables realidades físicas de las que hablaba Einstein, nosotros añadimos la evidencia de realidades políticas y sociales que, aunque cambiantes en el tiempo, también precisan de leyes que las interpreten e integren de un modo coherente y consistente.

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