La Real Academia Gallega de las Artes, en Sesión Ordinaria, acordó, por aclamación, homenajear a lo largo de 2022 y, en especial, el Día de las Artes Gallegas, que se celebra el 1 de abril, al artista José Otero Abeledo, Laxeiro (Lalín, Pontevedra, 1908-Vigo, 1996). Un pintor profundamente vinculado a Vigo, no en vano la ciudad olívica es la sede de su fundación, que mantiene abierta en la Casa das Artes una exposición permanente. La propuesta fue suscrita por académicos y académicas y varios colectivos culturales de Galicia, así como profesionales de la cultura de dentro y fuera de la Comunidad Autónoma.

Con este reconocimiento, la Real Academia “quiere profundizar y difundir la figura de Laxeiro, decisiva para el desarrollo y difusión del arte gallego en el siglo XX, cuya obra moderna y renovadora, estuvo siempre comprometida con la realidad del contexto sociocultural de su tiempo.”

La Fundación Laxeiro quiere agradecer la iniciativa a la Real Academia y a todas las personas y colectivos que se sumaron a la misma, confirmando la vigencia de la obra de un artista que resulta fundamental para la entrada del arte gallego en la contemporaneidad.

Nacido, en el ayuntamiento pontevedrés de Lalín, su infancia transcurre en un contexto típicamente rural gallego que no hacía suponer que se convertiría en el gran artista que fue. Dotado de una imaginación desbordante y de un espíritu libre, pronto contactó con el Grupo de Los Renovadores que, en el primer tercio del Siglo XX serían los encargados de modernizar el arte gallego y que se movían en la esfera del Partido Galleguista. Su estancia en el Madrid republicano de los años 1931-33, como alumno de la Real Academia de San Fernando, le posibilitó conocer en las tertulias de café a personajes destacados de la cultura de aquellos años, como García Lorca, Castelao, los hermanos Dieste, Gómez de la Serna, etc. además de visitar el Museo del Prado con asiduidad. Su experiencia madrileña lo dotará de una sensibilidad muy próxima a la Generación del 27, a pesar de conservar una personalidad difícil de encasillar en ningún movimiento político o artístico.

Catalizador de la cultura tradicional gallega, de ese pensamiento mágico común a las culturas europeas, supo plasmar como nadie los aspectos populares menos complacientes de Galicia, utilizando lenguajes en sintonía con las vanguardias internacionales

Catalizador de la cultura tradicional gallega, de ese pensamiento mágico común a las culturas europeas anteriores a la Ilustración, supo plasmar como nadie los aspectos populares menos complacientes de Galicia, utilizando lenguajes que estaban en sintonía con los movimientos de las vanguardias internacionales y practicando una figuración granítica que se puede contextualizar en las figuraciones del período de entreguerras.

Admirador del Goya de las Pinturas Negras, Rembrandt, Picasso y Gutiérrez Solana; en su primera época su obra se define por un tenebrismo muy característico que hará del claroscuro y el esperpento, su seña de identidad.

Después de una década de residencia en Vigo, con exposiciones, además de en Galicia, en Bilbao y Madrid, en 1951 se traslada a Buenos Aires para participar en una colectiva de artistas gallegos. Se quedará hasta 1970.

En 1996 se le dedica una gran retrospectiva en el Centro Galego de Arte Contemporánea de Santiago de Compostela (CGAC) que viajará a Madrid, al Centro Cultural Conde Duque. Ese mismo año fallece en Vigo. Este año se cumple su 25 aniversario.