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Carlos Prado

El veneno de África

María Hernández, experta cooperante de Médicos Sin Fronteras ha muerto, ha sido asesinada en Etiopía. Conmociona, como impactó el reciente asesinato en Burkina Faso de los periodistas españoles David Berain y Roberto Fraile y el irlandés Rory Young.

En el caso de María me siento más emocionado por lo común de las situaciones que ella y yo pudimos compartir en nuestra experiencia como cooperantes.

Ambos fuimos a África. María curando, mejorando la salud y salvando vidas de los que no tienen derecho a nada. Yo en una pequeña oenegé, Pozos de Agua Mayo Rey, construyendo treinta y ocho pozos de agua de agua de calidad que, además de calmar la sed, previenen de algunas enfermedades a una población de más de 200.000 habitantes en la región de Mayo Rey, al norte de Camerún.

Los dos hemos asistido con el paso del tiempo a los riesgos que cada día iban apareciendo, en nuestro caso con la irrupción de Boko Haram en el territorio en el que desarrollábamos nuestro trabajo y en el de Médicos Sin Fronteras por la oposición nacionalista en la zona de Tigray.

María y sus compañeros estaban allí trabajando para que la sociedad civil de aquel país tuviera una mejor calidad de vida, lo hacían convencidos de que con ellos solo iba la lucha de mejorar la salud de las mujeres y hombres, mayores y sobre todo niños

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La cuestión no es si disponían o no de la seguridad recomendada, ¿ofrecida?, por las autoridades etíopes para moverse con seguridad por un territorio de confrontación armada entre el Estado y el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray.

Lo relevante es que a buen seguro que María y sus compañeros etíopes Yohannes y Tedros, que estaban allí trabajando para que la sociedad civil de aquel país tuviera una mejor calidad de vida, lo hacían convencidos de que con ellos solo iba el conflicto, la lucha, de mejorar la salud de las mujeres y hombres, mayores y sobre todo niños , de aquel rincón de África.

A raíz de que en febrero de 2013 Boko Haram secuestrara a una familia francesa en Waza, cerca de Mayo Djoi en donde construimos uno de nuestros pozos, yo no entendía porque cada vez que nos desplazábamos por toda la zona norte, teníamos que ir acompañados por una escolta militar.

Yo estaba allí para ayudar, convencido de ser solamente un espectador preocupado, crítico y esperanzado en mejorar la vida de aquellas personas . Agradecido, como María, por poder disfrutar esa oportunidad.

Descansa en paz, María. África y todos los lugares por los que has pasado haciendo posible un mundo mejor, nunca te olvidarán.

*Presidente de Ecovigo

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