Este artículo está concebido como un guión de lo que podría ser un ambicioso e interesante estudio sobre la música en Celanova. No se espere de él pues el rigor erudito de un trabajo largamente elaborado y debidamente contrastado. Señalamos unas pautas y abrimos unos interrogantes cuya respuesta estará más bien en un equipo interdisciplinar que complete y agote este sugestivo tema que habría de tener una continuación en la recogida y estudio del folklore de la comarca y que ya tiene capítulos concluidos como es el de la Historia de la Banda de Música que ha realizado Piñeiro en un libro editado por la Diputación ourensana. Y los trabajos serios y rigurosos de Manuel Olleros, nuestro mejor musicólogo en estos momentos, sobre la música medieval. Así pues, esto no es más que una sencilla divulgación que quiere recordar y agradecer tanta belleza como la música nos regala y que en Celanova se hace especialmente gozosa unida a tanta riqueza artística y a tanta memoria bendita.

Liturgia de las horas

Ora et labora es como la condensación de la vida monacal, un ora que se hace canto, porque además como recuerdan los padres y muy especialmente lo hace San Agustín, el canto es como rezar dos veces. La jornada del monje, se articula en un ritmo sereno en el que se alternan el canto de las horas litúrgicas y el trabajo y el descanso. Las horas litúrgicas distribuyen a lo largo de un ciclo semanal el canto de los salmos, a los que se añaden algunos himnos del antiguo y nuevo testamento, antífonas e himnos compuestos en diversos momentos en alabanza del misterio o santo que se celebra. La Liturgia de las horas tal como se distribuía hasta tiempos muy recientes consta de Maitines, que es oficio Nocturno, los Laudes, las llamadas horas menores Tercia, Sexta y Nona, así llamadas por corresponder a las horas del día según el cómputo romano, las Vísperas son la plegaria vespertina y el día se cierre con el canto de las Completas.

Estos salmos, himnos y antífonas estaban compuestos en canto llano a excepción de algunos himnos que incluso podían ser polifónicos.

Los monjes benedictinos de Celanova, pues por su propio género de vida deben conocer las reglas del gregoriano, entre los oficios monásticos existirá un maestro de coro y diversas obras de arte que se encargan para el monasterio están directamente relacionadas con esta obligación coral de la regla de san Benito. Es decir que hablar de Celanova en cuanto monasterio benedictino nos obliga a hablar de una preocupación por la música.

La Regla de San Benito en el capitulo VIII y siguientes regula y determina aspectos relacionados con el canto, nunca considerado como un fin en si mismo, es decir como un ejercicio meramente estético sino como modo privilegiado de alabanza a Dios. Así, por ejemplo en el Capitulo XIX titulado “ De la instrucción para cantar”. señala: “Es de fe que en todo lugar esta Dios presente y que en donde quiera miran los ojos del Señor a los buenos y a los malos y mayormente debemos creer sin duda que es así cuando asistimos a la obra de Dios. Por tanto pues debemos tener presente lo que dice el profeta: servid al Señor con gusto y en otra parte, cantad con gusto y atención. Y en otro lugar: En presencia de los ángeles te alabaré. Consideremos, pues, de que manera conviene estar en presencia de Dios y de sus ángeles y de tal modo asistamos a cantar, que nuestra mente concuerde con nuestra voz.”

Los coros

Esta ocupación primordial del monje condiciona, como es lógico el plano, la arquitectura y muchos de los encargos artísticos del monasterio.

Directamente relacionado con la celebración de la liturgia monástica es el coro o conjunto de estalos o sitiales que se disponen en el medio de la nave de la Iglesia, que está sólo destinada a la comunidad, ya que el pueblo normalmente tiene su parroquia en edificio distinto, o en la parte alta superior de la Iglesia. Sitiales que ocupan los monjes durante el canto de las horas, formando simétricamente dos coros que se alternan en la recitación de los salmos. El eje del coro es el sitial del Abad que preside como en el caso del coro alto celanovés o en caso de estar abierto, como sucede en el coro bajo las sillas primeras de cada lado tienen la precedencia, una la ocupa el abad y otra el prior, uso que permite que respectivamente se denominen coro del abad y coro del prior. En el centro se coloca el facistol o gran atril en el que se colocan los cantorales para poder ser leídos a la vez por varios monjes. Los sitiales con el asiento abatible para facilitar los momentos en los que el monje se siente y en los que permanece en pie. Para hacerle más llevadero el tiempo de esta postura se adosa al asiento en su cara inferior un apoyo que se llama “misericordia” o “paciencia” y que artísticamente es muy interesante por admitir como decoración temas decorativos de muy diversa índole entre los que no faltan los picarescos y bufos.

Ya queda dicho que Celanova tiene nada menos que dos coros, el que hoy está situado en el coro alto es una sillería excepcional dentro de los gustos del último gótico, con tableros calados con formas geométricas y el coro bajo de estilo barroco, atribuido razonadamente al escultor Castro Canseco y que lleva en sus respaldos altos figuras enteras de santos y en los bajos escenas labradas con las vidas de San Benito y de san Rosendo.

El propio destino de los coros tan relacionado con la música invita a los artistas a incluir entre la temática decorativa temas alusivos al arte musical, así hay una curiosa representación de un gaitero en el coro gótico y no faltan ángeles músicos en el barroco.

Gregoriano

Hemos dicho que es el gregoriano o canto llano el utilizado en la liturgia de las Horas, por ello es conveniente dedicarle un breve apartado.

El Gregoriano o canto llano es el canto propio de la Iglesia romana, tiene las tres características que Pío X decía debe tener toda música religiosa: santidad, bondad de formas y universalidad. Por resumir sus características, estas cinco son las más destacadas:

-No tiene medida, ni síncopa

- Es puramente vocal

-Es diatónico, es decir que no admite cromatismos

-Consta de intervalos fáciles.

-Es puramente melódico

El canto gregoriano es de origen muy antiguo y particularmente en la época medieval se compusieron muchas melodías. Siguiendo las pautas de la estética gregoriana en el decurso de los siglos se siguieron componiendo obras especialmente composiciones para los nuevos oficios de santos y fiestas que se introdujeron en el calendario litúrgico con posteridad.

Aunque ya nada tiene que ver con la interpretación del gregoriano por los mojes benedictinos de Celanova, ya que la exclaustración cerró definitivamente su existencia entre los claustros hay que mencionar la restauración gregoriana que en tiempos modernos se llevó a cabo en la abadía francesa de Solesmes. revitalizándose desde entonces el uso de esta música de siempre.

También como mera anotación habrá que suponer que uno de las composiciones más antiguas que se conservan y que se puede pensar con cierta lógica que se utilizara en Celanova es el Himno del Oficio propio de san Torcuato de época remota, de melodía sencilla que se conserva en la catedral de Toledo. Suponemos que en Celanova se podría haber utilizado por conservarse en la Iglesia conventual las reliquias de este santo varón apostólico, supuesto discípulo del Apóstol Santiago.

(*) Director del archivo diocesano