Cuando alguno de los políticos socialcomunistas que están en el poder hace declaraciones, se tiende al pitorreo y los chistes, los videos y el recochineo son demasiado habituales.

Ya sea alguna de las Montero, Celaá, Catells, Darias, González, Garzón… es seguro que cualquiera de sus aseveraciones se presta al ludibrio general.

Hasta ahí bien están las risas. Pero muchas risas se hielan cuando a los que las provocan se les ve sentados en el Consejo de Ministros, en el banco azul y subiendo o bajando del coche oficial, porque los provocadores del pitorreo, tienen en su manos el BOE, y legislan y deciden y hasta dirigen nuestra economía, nuestra política exterior, nuestra familia, nuestros colegios y universidades, cuándo jugamos al bingo o tomamos una cerveza, la televisión que vemos, la hora a la que nos acostamos, por dónde paseamos o qué pensamos y, lo que es más grave, lo que tenemos que pensar, de qué hablamos y hasta de qué debemos hablar.

Si se limitaran a decir memeces serían soportables. El peligro llega cuando las memeces se convierten en temazos que nos dejan planchados.