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Juan José Millás.

El trasluz

Juan José Millás

Puzle loco

Hubo un tiempo en el que los inadaptados resultaban una rareza. Se hablaba en las familias de ellos (y de ellas: insuficiencias del genérico) como de excepciones indeseables. Cuando los niños nos acercábamos a una de estas conversaciones sobre el tío Fulano o el primo Mengano, los adultos bajaban la voz por miedo a que nos contagiáramos de aquellos familiares que se habían salido de un modo u otro de la norma. Al escuchar la palabra “inadaptado”, yo pensaba en la pieza de un puzle que no encajaba en su hueco. Y es que me habían traído los Reyes un rompecabezas defectuoso en el que ocurría esto. Recuerdo haber recortado esa pieza con unas tijeras para que se acoplara a su espacio y lo logré, logré que entrara, pero se apreciaba en ese lugar una herida que jamás llegó a cicatrizar.

Lo difícil en estos momentos es encontrar un hueco en el puzle porque el puzle está loco. O más loco, según se mire

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A los inadaptados también los recortaban de un modo u otro para que se integraran. “Para que se curaran”, decían los curas o los profesores o los médicos o los psiquiatras pastilleros y demás agentes del orden. Pero uno veía que no se curaban. Estaban aparentemente dentro, pero si los observabas con atención comprendías que continuaban fuera, fuera del mundo al que teóricamente pertenecían. Yo escuchaba las historias de los inadaptados con pánico porque sabía que era uno de ellos. No es que lo hubiera elegido, no se elige ser raro, pero tenía que hacerme cargo de ello. Mi modo de afrontarlo consistió en fingir que era normal. Con el tiempo, devine escritor, que es una de las formas socialmente aceptadas de la extravagancia.

En cualquier caso, y es a lo que íbamos, los inadaptados (y las inadaptadas, claro), constituían la excepción. Ahora, me parece a mí, constituyen la regla. Y constituyen la regla hasta el punto de que no los vemos. No vemos a los inadaptados porque los tenemos delante de nosotros, frente a nuestras narices. Te sientas en una terraza de verano y no ves pasar más que inadaptados. Inadaptados al precio de los alquileres, a los recibos de la luz, a los salarios bajos, a los trabajos precarios, a las desigualdades crecientes, a los políticos rabiosos, al orden mundial… Lo difícil en estos momentos es encontrar un hueco en el puzle porque el puzle está loco. O más loco, según se mire.

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