Todo parece anunciar que se aproxima mal tiempo para la pesca con un claro intento de ciertos países de desplazar a la flota comunitaria de nuestro propio mercado único, y todo ello con la connivencia tontorrona de una Comisión que parece cegada por eliminar el arrastre y no defender a los pescadores europeos de sus propios competidores. En artículos anteriores he hablado ya de los casos de Noruega, Islandia, Faroes y Groenlandia, países que dependen del mercado comunitario y practican una política agresiva para los intereses pesqueros europeos. Y todo ello ante una sorprendente pasividad de nuestros parlamentarios que no parecen interesados en el tema.

Hoy quiero referirme al caso de Malvinas, que es distinto de los anteriores, pero que la posible adopción de unas malas decisiones puede deteriorar y no poco una relación que había estado funcionando hasta ahora de una manera muy razonable y mutuamente satisfactoria. Confieso que tengo una especial querencia por esas islas y esa gente, pues no en vano me tocó, en un ambiente internacional muy complicado negociar las primeras licencias de pesca en esos caladeros. Siempre encontré un ambiente razonable y pragmático. Sin embargo, las nuevas reformas legislativas que ha propuesto una consultora neozelandesa pueden perjudicar económica y políticamente a esas islas. Efectivamente la propuesta de que las denominadas Qualifying Companies deban de ser al menos propiedad en un 51% como mínimo de ciudadanos malvinos se desvía de las normas del libre mercado que es la filosofía básica de la Unión Europea. A primera vista, semejante propuesta parece destinada a beneficiar más económicamente a la economía de las Islas, pero probablemente tenga efectos perversos contrarios a lo que se pretende.

Cierto es que los ciudadanos de las Malvinas son los propietarios del recurso pesquero, pero de unos recursos que tienen como único destinatario, en la práctica, el mercado español que es propiedad de los ciudadanos españoles. Hasta ahora la pesquería se había desarrollado en un equilibrio razonable pero este cambio implica que los armadores españoles han de vender parte de sus activos más valiosos que son los barcos que, dicho sea de paso, pueden pescar o integrarse en empresas conjuntas en otras zonas y de adoptarse la medida en cuestión, es posible que unos cuantos lo hagan. Recomiendo a las autoridades de Malvinas la lectura del magnífico libro de M.Porter sobre La ventaja competitiva de las naciones, donde demuestra claramente que poseer la propiedad de los recursos no implica éxito económico. Todo desarrollo económico debe de ir acompañado de una serie de medidas de todo tipo que conforman lo que este autor denomina como diamante competitivo. Un verdadero reto para las Autoridades Malvinas ya que el desarrollo de ese diamante competitivo va a necesitar atraer la inversión privada en abundancia y esa de momento solo puede provenir de España y del sector pesquero español y se necesita en abundancia, entro otras cosas para desarrollar un puerto y todas las infraestructuras que se necesitan, que no son pocas. Para ello las autoridades Malvinas han de suscitar el interés y el concurso de los inversores privados y esto precisa un ambiente jurídico estable, razonable y claramente rentable. No parece que esta legislación vaya en este sentido, sino que va a ir en otro sentido opuesto y lo que parece a primera vista ser una buena solución puede tener efectos perversos. A todo ello hay que añadirle la complicación de una situación política internacional que no es precisamente tranquilizadora para las Islas.

La relación privilegiada con la industria pesquera española ha sido una ayuda considerable para estabilizar esta posición internacional. Queda además por ver qué es lo que puede suceder si se decide negociar alguna forma de acuerdo pesquero con la UE, ya que ello implicaría la cesación automática de todos los acuerdos privados. Las Autoridades Malvinas deberían de reflexionar sobre todo esto y no arriesgar el éxito de una buena relación. No parece que la empresa neozelandesa haya prestado suficiente atención a estos aspectos complicados pero reales. Las Autoridades Malvinas deberían de reflexionar sobre todo ello.

PORTER, M.- 1990 . The competitive advantage of nations. The Mac Millan Press Ltd. 855 pgs., y también PORTER, M.E. (1998) On Competition. Harvard Bussiness Review Books. Boston. 485 pgs. Págs. 187-297

*Exconselleiro de Pesca