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Juan Tapia.

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Juan Tapia

Inestable normalidad

Los indultos y la crisis con Marruecos han zarandeado al Gobierno de Pedro Sánchez, pero el resultado de las generales, dentro de dos años, dependerá de si logra que las empresas creen empleo

La previsión era que tras las elecciones madrileñas habría una larga etapa –hasta las generales de 2023– de cierta normalidad. No ha sido así. Porque la victoria de Isabel Díaz Ayuso ha hecho que varias encuestas sitúen ahora al PP por delante del PSOE. Por el mucho ruido del anuncio del indulto a los políticos catalanes condenados y de la crisis con Marruecos. Y porque sigue habiendo choques en un Gobierno de coalición que tampoco tiene segura la mayoría parlamentaria.

Nos hemos instalando así en una normalidad zarandeada e inestable en la que el Gobierno, sin dejar de gobernar –y la prueba es la decisión sobre los indultos– se enfrenta a crecientes dificultades que capea como sabe (no siempre bien) y como puede.

Con Marruecos, la crisis sigue abierta porque para el reino alauí la cuestión del Sáhara –tras el cambio de actitud de los Estados Unidos– se ha convertido en esencial. España no valoró bien la situación –ya muy complicada– cuando acogió, a petición de Argel, al líder saharaui. Pero la reacción marroquí, alentando la entrada en Ceuta de 9.000 inmigrantes, una parte de ellos menores, fue un error mayúsculo. Ceuta y Melilla son fronteras europeas en África y Europa se alarmó porque su violación por inmigrantes alentados es algo que la UE –benefactora de Marruecos– no puede tolerar pues la inmigración irregular es uno de sus graves problemas.

La aprobación el jueves por el Parlamento Europeo de una resolución –instada por el diputado Jordi Cañas, de Cs– que condena a Marruecos está ahí, fue suscrita por cuatro grupos parlamentarios (popular, socialista, liberal y verde) y tuvo 397 votos a favor, solo 85 en contra y 196 abstenciones. Lo de Ceuta ha sido una bofetada a España, pero con Europa detrás.

En el asunto de fondo, el Sáhara, España y Europa tendrán que moverse algo en función de la actitud americana, que no estará ausente del encuentro bilateral del lunes entre Biden y Pedro Sánchez, en el marco de la cumbre de la OTAN. La foto Biden-Sánchez será escrutada en Rabat.

Pedro Sánchez no lo tiene fácil porque los indultos –condición necesaria pero no milagrosa para desinflamar la larga crisis catalana– serán bien recibidos en Cataluña, pero hoy tienen en contra a la mayoría de la opinión pública española

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Quizá también en Madrid por la oposición de derechas que confluirá toda –parece que sin foto conjunta– en la manifestación de Colón. Pedro Sánchez no lo tiene fácil porque los indultos –condición necesaria pero no milagrosa para desinflamar la larga crisis catalana– serán bien recibidos en Cataluña, pero hoy tienen en contra a la mayoría de la opinión pública española.

Pablo Casado cree que castigarán al PSOE. Dice que no se puede resolver nada indultando a “los golpistas” (aunque no es igual un golpe militar que otro con el 48% del electorado) y que se trata de un “autoindulto” del Gobierno al querer blindar la mayoría parlamentaria con los 13 diputados de ERC. Pero Casado (y Vox) han sobreactuado y están provocando un cierre de filas socialista. Felipe González dice que desjudicializar el conflicto sería positivo mientras que José Bono y José María Barreda –dos expresidentes de Castilla-La Mancha– se han mostrado cautos pero favorables.

Y la significativa carta de Oriol Junqueras contra la unilateralidad está ahí. Los indultos no garantizan nada, pero quieren superar el inmovilismo que ha empeorado todo pues el independentismo –dividido y desanimado– ha vuelto a ganar las elecciones catalanas.

Faltan dos años para las generales. Sánchez no caerá por los indultos. Lo decisivo será si las medidas económicas de Nadia Calviño y Yolanda Díaz logran compaginar la mejora de las condiciones de los que ya tienen trabajo con la flexibilidad precisa para que las empresas hagan que más españoles tengan empleo. No es lo mismo. Y la reducción de la temporalidad –que exige la UE– no debe frenar el empleo. Lo han dicho los empresarios ante un borrador del Ministerio de Trabajo. Además, demagogias aparte, la proporción de empleo temporal en el sector público supera la del privado.

¿Sabrá Sánchez unir su mensaje progresista y redistributivo con la flexibilidad necesaria para crear empleo, que es lo que tira de la demanda y genera bienestar? Es por eso que los electores le juzgarán en 2023.

La crisis con Marruecos, la venta de los indultos a la opinión pública, la foto con Biden, las primarias andaluzas… contarán. Pero menos que la economía y el bienestar social.

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