Durante siglos sometieron al resto de Europa al mismo castigo. Los vikingos llegaban, con malas intenciones. Incursiones terribles, saqueos, raptos a cambio de rescates, violaciones, asesinatos, en fin, todo tipo de acciones que causaron dolor, ruina y daño en Galicia (Jakobsland para ellos). Nuestra costa de la Vela era un punto estratégico para velar al enemigo, y tuvo más razón de ser en tres siglos de incursiones nórdicas, y que haya pueblos con una parte a orillas del mar y la otra en el monte también. Los vikingos no venían con buenas intenciones, lo llevaban en su ser, arrasaron Galicia entera, hasta O Courel, en nuestra historia están las tres invasiones que les tuvieron muy ocupados entre los siglos IX a XI.

Y ahora de nuevo los “vecinos nórdicos” tan bien tratados por la U.E., con malas artes pillan a la pesca comunitaria “en la orilla”, sin una “aldea no monte”. La nueva invasión vikinga que Noruega está perpetrando con mayor crudeza con la excusa del Brexit y ya antes con el cangrejo de las nieves, se aprovecha para hacer lo que les da la gana, como el niño malcriado, de unos padres indolentes que conforman las instituciones europeas, sin que nadie les recrimine o castigue por sus malas acciones, y es hora de que alguien les diga ¡Basta!

Mientras el Norwegian Seafood Council se permite publicitar que “las exportaciones de Skrei a España se mantienen firmes durante la temporada 2021” y cuantísimo pescado exportan a la UE y a España, sus autoridades pesqueras tienen abiertos frentes como la autoasignación de cuota de caballa arrasando la gestión sostenible y equilibrada de los últimos años, o aún peor como las cuotas de bacalao que España tiene en Svalbard por derecho del Tratado de París de 1920.

En las tres primeras invasiones, milagros y operativas lideradas por obispos y nobles los acabaron rechazando. Es tiempo de que “los indolentes padres”, nuestras instituciones comunitarias, reprendan adecuadamente a estos actuales vikingos. Para ello disponen de una herramienta única, restringir el acceso al inmenso mercado comunitario. De otro modo tendrá que ser el sector pesquero el que conciencie a los consumidores comunitarios de lo fácil que le resulta a Noruega exportar sus productos pesqueros a la UE, lo poco que le cuesta arrebatar a nuestros pescadores lo que es nuestro y lo difícil que resulta a nuestros barcos pescarlo.

*Gerente adjunto de la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI)

Durante siglos sometieron al resto de Europa al mismo castigo. Los vikingos llegaban, con malas intenciones. Incursiones terribles, saqueos, raptos a cambio de rescates, violaciones, asesinatos, en fin, todo tipo de acciones que causaron dolor, ruina y daño en Galicia (Jakobsland para ellos). Nuestra costa de la Vela era un punto estratégico para velar al enemigo, y tuvo más razón de ser en tres siglos de incursiones nórdicas, y que haya pueblos con una parte a orillas del mar y la otra en el monte también. Los vikingos no venían con buenas intenciones, lo llevaban en su ser, arrasaron Galicia entera, hasta O Courel, en nuestra historia están las tres invasiones que les tuvieron muy ocupados entre los siglos IX a XI.

Y ahora de nuevo los “vecinos nórdicos” tan bien tratados por la U.E., con malas artes pillan a la pesca comunitaria “en la orilla”, sin una “aldea no monte”. La nueva invasión vikinga que Noruega está perpetrando con mayor crudeza con la excusa del Brexit y ya antes con el cangrejo de las nieves, se aprovecha para hacer lo que les da la gana, como el niño malcriado, de unos padres indolentes que conforman las instituciones europeas, sin que nadie les recrimine o castigue por sus malas acciones, y es hora de que alguien les diga ¡Basta!

Mientras el Norwegian Seafood Council se permite publicitar que “las exportaciones de Skrei a España se mantienen firmes durante la temporada 2021” y cuantísimo pescado exportan a la UE y a España, sus autoridades pesqueras tienen abiertos frentes como la autoasignación de cuota de caballa arrasando la gestión sostenible y equilibrada de los últimos años, o aún peor como las cuotas de bacalao que España tiene en Svalbard por derecho del Tratado de París de 1920.

En las tres primeras invasiones, milagros y operativas lideradas por obispos y nobles los acabaron rechazando. Es tiempo de que “los indolentes padres”, nuestras instituciones comunitarias, reprendan adecuadamente a estos actuales vikingos. Para ello disponen de una herramienta única, restringir el acceso al inmenso mercado comunitario. De otro modo tendrá que ser el sector pesquero el que conciencie a los consumidores comunitarios de lo fácil que le resulta a Noruega exportar sus productos pesqueros a la UE, lo poco que le cuesta arrebatar a nuestros pescadores lo que es nuestro y lo difícil que resulta a nuestros barcos pescarlo.

*Gerente adjunto de la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI)