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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las deudas

Se ha dicho algunas veces –quizá demasiado pocas–, que si se recuperase el concepto de “deuda histórica”, Galicia tendría una relación casi interminable de asuntos pendientes. No se trata de victimismos o intereses localistas, que son los iconos despreciativos que algunos aplican al derecho de reclamar lo que corresponde: se trata de exigir aquello que se prometió y no se cumple. Y una actitud –por parte de los responsables– menos sectaria de lo que se ha visto aquí por ejemplo desde la época del señor Zapatero como jefe de Gobierno y su inolvidada ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, la que dejó grabada para la historia colectiva de la vergüenza ajena lo del “Plan Galicia de mierda”.

(Aquel Gobierno fue el que cuando llegó a esa condición firmó la concesión de 8.000 millones en concepto de deuda histórica con Andalucía, y que al año siguiente completó con otra cantidad milmillonaria. Desde un punto de vista personal, Galicia no aspiraría a tanto. En la época de Rajoy el dinero para inversiones descendió en cifras notables, aunque no tanto como las de los recientes presupuestos de la coalición PSOE/Podemos que –según apuntan las encuestas serias, lo que excluye a las de Tezanos– cada vez más habitantes de estos reinos creen que tan infelizmente despacha los asuntos de Estado. Y hechos actuales son otra prueba de ello.)

En cualquier caso, la opinión –personal, como siempre– acerca de que Galicia quizá aceptase unas cantidades menores –para compensar siquiera en parte el tiempo perdido con los retrasos de obras clave y el lucro cesante– no significa renuncia a las deudas que con ella se contrajeron. Y conste que el “perdón” no se produciría tanto por generosidad cuanto por practicidad: de exigir lo real, quizá no se vería ni un euro. Eso es lo que hay, y probablemente habrá de recibirse con resignación pero sin renunciar a las reclamaciones cuando sea el momento. En todo caso, y por si las moscas, convendrá priorizar de forma tajante lo imprescindible.

En ese sentido, el sur de Galicia tiene pendiente, verbigratia, además del inaplazable Corredor Atlántico, una conexión AVE con Madrid que no obligue a los viajeros del sur a pasar por Santiago para llegar a Ourense: lo que se llama variante de Cerdedo. Y también el eje, vertebrador para el interior del país, entre Lugo y la ciudad de las Burgas, que ni siquiera está en fase real de anteproyecto. Este eje, como aquella variante, son claves para un equilibrio real del territorio y sus habitantes. como para su economía global lo es el Corredor, anunciado con más remilgos que concreción por dos o tres ministros pero al que nadie ve cercano.

Así las cosas, seguramente es imposible obviar que el momento económico de España exige austeridad y moderación, pero la capacidad de ahorro real está aún sin evaluarse correctamente. Y cuando se alude como réplica a las reclamaciones, incluidas las más justas como son las del Noroeste –con las gallegas en primer plano– a la “rentabilidad”, nunca, o casi, se recuerda que la hay de dos tipos, la contable y la social, que esta es tan importante o más que la otra y que la historia reciente está repleta de ejemplos en los que no se atendió a ninguna de las dos y sí a una inventada, la “política”, por conveniencia del Gobierno para distribuir el dinero. Así que ya va siendo hora de que las deudas acumuladas, históricas o no, se paguen,este caso con Galicia.

¿Eh…?

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