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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Los desafíos

A poco que se medite, las declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores de Portugal que ha recogido este periódico suponen otro desafío en el más cordial de los sentidos –pero también sin ninguna timidez– a la administración española en lo que a infraestructuras se refiere. Porque en síntesis afirmó que su país apuesta por la conexión AVE con Galicia incluso con preferencia sobre la Lisboa-Madrid. Suena un poco raro en un primer análisis, pero repetido con más sosiego se entiende mejor: el Eje Atlántico abre más alternativas sobre todo para las mercancías y, por tanto, a la exportación: no da puntada sin hilo, el señor canciller.

(Parece, según algunas fuentes, que el Gobierno de Lisboa podría estar molesto a causa del seguimiento “exhaustivo” que se hace de la expansión económica de su región Douro. Varios de sus miembros incluso recelarían de la atención que desde aquí se dedica a la aplicación de fondos europeos y su condición fronteriza con lo reglamentario. Pero, de existir, sería un recelo infundado, al menos en lo que a Galicia corresponde: el propio presidente Feijóo aludió a Portugal como “espejo” de su proyecto para captar inversiones hacia este lado del Miño. No parece que se pueda hablar en serio de sospechas o recelos entre ambos ejecutivos).

En todo caso, el auténtico desafío es el que se dirige hacia quienes programaron el AVE atlántico, ejecutaron la mayor parte del proyecto y dejaron el resto ad calendas graecas. Da la impresión de que buena parte de las llamadas “fuerzas vivas” de Galicia se conformaban con eso, al menos hasta ahora a pesar de que el espíritu inicial de ese eje ferroviario quedaba sin completarse. Lo que suponía además una merma en la plena efectividad de esa vía de comunicación, reducida a un trayecto, A Coruña-Vigo y viceversa prescindiendo del tramo hasta Ferrol por el norte y hasta la antigua frontera galaico-lusitana por el sur. Un fiasco.

Ahora, las cosas han cambiado. De forma palpable, además, con la apuesta por las infraestructuras pendientes que realizó el primer ministro don Antonio Costa durante su presidencia de la UE. Y su envite supone a la vez un auténtico reto para el Noroeste, sobre todo, y el resto de España. Llevar el AVE atlántico hasta Ferrol abrirá el futuro ferroviario por la cornisa cantábrica hasta el País Vasco y la frontera francesa, un tercer eje peninsular clave para la interconexión con Europa por los dos mares y, por tanto, un auténtico equilibrio de oportunidades para lo que ya sería el definitivo final del semiaislamiento de la periferia comunitaria.

Alguien dirá, sin duda, que se puede hacer, pero que es cuestión de tiempo, paciencia y financiación. Otros, que no es momento para plantearse las cosas desde esa perspectiva a causa de los efectos de la pandemia a medio plazo. Pero sean cuales fueran las opiniones, Europa está abocada a un cambio sustancial: tras la austeridad presupuestaria vivida en la crisis de 2008-2012, habrá que inventar aquel neocapitalismo que no pasó de enunciado en la reunión de las Azores durante la época de Aznar y encontrar el modo de que convivan conceptos económicos considerados incompatibles. Y hacerlo rápido, porque en circunstancias tan especiales como estas es cuando mejor se entiende lo de fortuna audentes iuvat: la fortuna ayuda a los audaces.

Conste...

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