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Francisco García Pérez opinador

Lo que hay que oír

Francisco García Pérez

Pandemia: minuto y resultado

¿Y cómo dejaremos escrito a las generaciones venideras el demencial modo en que el Poder nos ha informado, aconsejado u ordenado durante esta pandemia, según viniesen las cosas, según nos las quisiesen contar? ¿Lo hacemos con cierto o total humor? Probemos. Sonaba una voz metálica y desentonada al otro lado del teléfono: “Si quiere actualización gratuita sobre el COVID-19, marque el 90039734538. Luego, pulse 1 si es para escruchificar la adocenante. Pulse 2 si desea funcracionar el esfiritamiento. Pulse 3 para otras opciones”. Si uno pulsaba 3, le avisaban: “Ozión incorrezta”.

Decía el pueblo llano: “A mí, por gustarme, me gusta más la Asturcenefa que la Faisa, que me suena como si fuera de anarquistas ibéricos de sociedad anónima. La Actual es demasiado moderna pa mí. Y ya sé que la Yasé es de Kennedy & Johnson, pero no sé”.

Siempre teníamos claro y memorizado el centro de vacunación que nos correspondía. Recuerdo el mío: Local Provisional del Grupo de Coros Macedonios y Danzas Etruscas del Área VI-Z8, Sección 25 XF, Subsección 491B5H, Sector XR91, Edificio H3, Piso 4º-D bis, sito en la calle Los Chunguitos, nº 25 (antes, Dr. Riguroso Ochoa, 13; antes, Drª. Perpetua Homeopatía, 489; antes, General Crescente Manflorita, 12; antes, Cabo Primero Pusicio Sollado).

Qué guapas eran aquellas nuevas expresiones para vacunarse: “rango de edad”, “de entre”... Y qué claras. La Radio Macuto del Poder corría la voz el sábado de que se iba a convocar al rango de edad de entre 60 a 39 para el lunes. El domingo por la mañana, lo modificaba: el rango de edad se fijaba de entre 25 a 61. Por la tarde, aclaraba que solo se llamaría a los mayores de 120 años. Después, se colapsaba el sistema informático.

Oíamos: use guantes si quiere. Los guantes pueden producir lepra. No use guantes. Es obligatorio usar guantes. Use guantes, coño. Como use usted guantes… Los guantes contagian el virus. La mejor protección, un guantazo.

Quedaba prohibido fumar sentado en las terrazas de restaurantes, bares y cafeterías. Pero si te ponías de pie y te separabas un pelín de la mesa, podías hacerlo sin problemas ni mascarilla. Seguías conversando y estirabas las piernas de paso. Ole.

"No use guantes. Es obligatorio usar guantes. Use guantes, coño. Como use usted guantes… Los guantes contagian el virus. La mejor protección, un guantazo"

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Investigadores de la Universidad de Uchquduq afirmaban en Twitter que con una dosis de vacuna íbamos que chutábamos. Científicos del Instituto Yar-Sale sostenían en YouTube que con dos. Eminentes doctores del Mountains of the Mules opinaban que a voluntad. The Bald Singers Association of the Potomac River difundían por WhatsApp que ni se nos ocurriera vacunarnos porque daba COVID-19.

Como se debía usar mascarilla para pasear por la playa pero no para nadar o bucear, si te pillaban en el camino de vuelta del agua a la toalla, multa al canto.

Estaba claro: se podía perimetrar un municipio, provincia o comunidad siempre que la raíz cuadrada del potriente ascular fuese igual o superior al mutrario de un 18% en base al tirititrán esculpadario de Lola Flores.

Ya que la práctica deportiva eximía del uso de mascarilla, crecieron que daba gusto los practicantes de curling, trote cochinero y carrera a la pata coja. Cada pueblo organizaba competiciones de queso autóctono rodante. Cada ciudad, las Marchas Atléticas Nomuydeprisa Comopisandohuevos, patrocinadas por afamadas marcas de geles hidroalcohólicos y gamuzas antivaho.

Si éramos seres vivos convivientes podíamos convivir juntos: siempre y cuando no fuéramos más de cinco o siete u ocho o así unidades convividoras. Pulgas y liendres de compañía quedaban fuera del cómputo. Se podía visitar a parientes en primer y segundo grado siempre y cuando no fuesen más de 185.112 personas a la vez los lunes, miércoles y los yaveremos, que no puede uno estar en todo. Se aconsejaba no llevar de visita más de 15 leones sin la debida sujeción.

Si aun así no nos aclarábamos, con marcar el 90039734538 y pedir que el Altísimo nos amparase, estábamos al cabo de la calle de Los Chunguitos. Ole.

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