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El meollo

El dragado endemoniado

De aquellas aguas vienen estos lodos. El símil responde al revés sumado por el traído y llevado dragado del río Lérez o la historia de nunca acabar, como el célebre cuento de la buena pipa, tan popular entre nuestros mayores.

El Gobierno de Madrid, y particularmente el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, –el nombrecito se las trae desde luego– es el único responsable de la prohibición recién dictada contra el depósito de áridos en el lugar disponible hasta ayer mismo en el exterior de la Ría de Arousa. Pero el Gobierno gallego, y especialmente Portos de Galicia, es el culpable único de una dilación tan grande en la ejecución del proyecto en cuestión.

Es decir, que no se hicieron los deberes en tiempo y forma, y ahora se pagan las consecuencias con un alto precio todavía sin evaluar. Aunque cabe sospechar igualmente que alguien en Santiago haya acogido esta moratoria con alivio, casi como una bendición, para justificar lo injustificable.

El punto de vertido utilizado hasta ahora en el exterior de la ría arousana costó Dios y ayuda fijarlo, con la consiguiente polémica por medio. Cuando no son los intereses de unos, son los provechos de los otros los que chirrían. De modo que a partir de ahora no va a resultar nada fácil encontrar un lugar alternativo, que concite lo más parecido a un consenso mayoritario. En este asunto endemoniado resulta bien cierto que nunca llueve a gusto de todos.

En cualquier caso, tiene bemoles que Susana Lenguas, la nueva presidenta de Portos de Galicia, hable ahora de un trabajo prioritario y de agilizar al máximo su resolución, cuando ha ocurrido justamente lo contrario durante todo este tiempo perdido, supuestamente por falta de presupuesto.

La propuesta que acaba de transmitir a los representantes de las cofradías pontevedresas para formar una comisión técnica entre los organismos afectados por dicha moratoria para encontrar posibles alternativas suena a disco rayado. Cuando no quieras resolver un problema, forma una comisión técnica, resulta una fórmula de manual, simplona y bien conocida por su probada eficacia a la hora de encallar cualquier tema.

El Meollo de la cuestión está en adivinar como salimos de este lamentable empantanamiento y cuantos años van a pasar aún para que el dragado del río Lérez se convierta en una realidad tangible, por el bien de las cofradías de pescadores y, muy particularmente, del Club Naval.

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