Me valgo de la socorrida Wikipedia para recordar que hasta tiempos bastante modernos la medicina era practicada por diversos personajes, uno de ellos el barbero-cirujano que ofrecía su asistencia sobre todo en las no infrecuentes amputaciones con las que se resolvían algunas desgracias de guerras y accidentes. “Antes del descubrimiento de la anestesia y la asepsia, la cirugía era un procedimiento traumático y de último recurso, con una tasa de muerte altísima y reservado casi exclusivamente a los procedimientos de amputación. Con el descubrimiento de éstas, a finales del siglo XIX, la cirugía se convirtió en un complicado conocimiento que exigió la calificación profesional en Medicina. En el siglo XVI ya se distinguían cirujanos con formación académica y aquellos que se llamaban de cuota que eran numerosos por lo que una pragmática de las Cortes del Reino trató de poner algún remedio “sobre la orden que se ha de tener en el examen de médicos, cirujanos y boticarios porque está el reino lleno de personas que curan, faltas de letras y de experiencia, en notable perjuicio y daño de sus súbditos y naturales. La competencia era dura y el trabajo estaba demasiado repartido, de manera que este tipo de cirujanos a duras penas si ganaban lo justo para comer. Tenían además que pagar 4 escudos de oro como derecho por ejercer la cirugía. Su sabiduría procedía de la “escuela de la vida”.

Los cirujanos de academia habían pasado por la Universidad o por los Estudios Generales y habían alcanzado el grado de licenciado en medicina. Tenían derecho a usar el transporte equino y son los que ejercían de modo oficial en las ciudades y los que contrataban diversas corporaciones, en Ourense el Cabildo y los Monasterios.

La historia de la salud es un tema muy sugestivo al que dedica interesantes trabajos el Dr. Simón Lorda y del que en estas páginas de FARO aparecen sabrosas colaboraciones del Dr. Federico Martinón.

No pretendo yo más que ofrecer algunos datos inéditos sobre algunos cirujanos o sus actuaciones que siendo curiosos, podrán servir a los historiadores de la medicina en Ourense para enriquecer sus informaciones más sistemáticas y organizadas, y hasta para realizar un agradecido diccionario de profesionales de la medicina.

Datos que encuentro y que corresponden por lo general a la “conflictividad”, es decir a las denuncias que ellos presentan por impago de sus honorarios, o las que contra ellos presentan pacientes que se sienten agraviados. Que siempre son lo excepcional frente al ejercicio sereno, eficaz y positivo de tantos profesionales que con las limitaciones del momento ponían remedio y esperanza en el cotidiano vivir. También hay certificados de enfermedades para justificar ausencias o para servir de testimonio en juicios de agresiones.

Al menos saber el nombre de algunos de nuestros cirujanos del pasado, puede servir de reconocimiento a quienes el olvido ha borrado de la memoria y de la gratitud. Ordeno cronológicamente estas fichas, que son eso, fichas, que el lector debe enriquecer recreando el contexto y la geografía de cada momento.

1607.Ourense Gaspar Vázquez

Conocemos de 18 de abril de 1607 una obligación de Pedro Feijoo y su mujer vecinos de Casasnovas, de pagar al Bachiller Gaspar Vázquez cirujano, vecino de Ourense, 32 reales que le deben por curar a Pedro Feijoo el mozo de una herida en el rostro. Testigo Rodrigo Fernández Platero. (AHDOURENSE PT501/01/159. Protocolos Francisco Navarro).

1658. Allariz. Francisco Rodríguez

“Francisco Rodríguez cirujano vecino de la villa de Allariz, delante vuestra merced parezco y digo que yo habrá dos meses que por mandado del Ilustrísimo don Antonio Feijóo, Abad de Soutomel, fui de la villa de Allariz al dicho lugar y a su casa a ver un hombre que dicen ser su hermano para cortarle una pierna, que estaba sin otro remedio y llevé prevención y 24 reales de la botica y en su casa convenimos le llevasen a Allariz como se hizo, y allí le corté dicha pierna y que le curé los dichos dos meses y está casi sano y fuera de peligro y se me deben de la ida y vuelta dos días, a tres ducados, que asimismo los 24 reales de medicinas que llevé cuando fui y así mismo que de su orden saqué de las boticas las medicinas para curar al enfermo que hasta ahora son más de otros 160 reales, que todas son 184 reales y de mis curas y ocupaciones y grandes obras de manos con el dicho enfermo, en la villa de Allariz, me merezco bien 600 reales de forma que en todo lo dicho monta 880 reales y de todo ello no tengo recibidos sino 240 reales y lo demás no me lo quieren pagar suplico a vuestra merced mande dar su mandamiento para que el susodicho me pague dentro de un breve tiempo y a ello sea compelido breve y sumariamente...”

(AHDOURENSE 636)

1702. Ourense. Pedro Varela

“Pedro Varela cirujano vecino de esta ciudad certifico en como he visto y manifestado a Juan de Limia vecino de la feligresía de San Martín de Abavides el cual padece una ciática que recoge todo el muslo y pierna que no le deja mover y en particular cuando se mueve el tiempo, por ser el humor tan sutil y por discurso del tiempo se baldará de aquella parte por cuya causa no puede andar y ahora de nuevo, por el trabajo que tuvo y fuerza que hizo se le hizo una llaga así a la pantorrilla que está a pique de suceder más agravio y estar imposibilitado de pasar adelante ni poder caminar, así lo certifico y declaro yo hoy domingo que se cuentan 23 de junio del año de 1702”.

(AHDOURENSE 634/2)

1728. Ourense. Pedro Forneiro

“En la ciudad de Orense 19 días del mes de noviembre del año de 1728, yo notario notifiqué es a saber, el decreto que precede de los señores provisores sede vacante de la ciudad y obispado a Pedro Forneiro cirujano, vecino de esta ciudad para que en su virtud reconozca las heridas que tuviere don Benito Francisco, parte que pide se las cure y dé su certificación de su estado, todo ello en su persona. Que enterado de su contenido y debajo del juramento que hizo en debida forma dijo ha registrado y reconocido a dicho don Benito Francisco y halló tener una contusión con llagas sobre el hueso coronal que en longitud latitud y profundidad al parecer por ahora no tiene peligro a menos que no le sobrevengan accidentes como sobrevienen a las heridas de cabeza, la cual pasó por la primera intención a curar y apuntar la llaga y encargar guarde la dieta que se le previno y seguirá curando con los medicamentos correspondientes para su alivio y sanidad por necesitar de hallar la quietud y sosiego por ser hecha con instrumento contundente, y que esto es lo que puede decir y declarar so cargo bajo el juramento hecho en que se afirmó y ratificó y lo firmó de su nombre y que tienen edad 78 años poco más o menos y de todo ello yo notario doy fe. firmado Pedro Forneiro. ante mi Juan Antonio Barreiros.”

(AHDOURENSE 636)

1779. Santiago. Juan Torobo

En las Actas Capitulares un acuerdo de 30 de enero de 1779 nos evidencia la fama de un cirujano compostelano Torobo sobre el que conozco un trabajo de Enrique Martínez Rodríguez “Juan Torobo, profesor de cirugía en la Universidad de Santiago1776-1780” publicado en el volumen 33 de la Revista Compostellanum pgs 509-514 del año 1988. El Cabildo, y es hermoso el acuerdo, está lleno de compasión por un niño de Coro que podría perder una mano. Dice así el acuerdo: “Vaya a curarse a Santiago el niño de coro Saeta. Se propuso que el niño de coro Saeta pasa ya de tres años que tiene una fístula en una mano y que era bien notorio no haber en la ciudad cirujano capaz que se la curarse radicalmente y que por lo mismo parecía indispensable se tomase la providencia de mandarle a Santiago donde acaso le curaría con facilidad el famoso cirujano Torobo y considerando la utilidad de este chico y que de alargar la cura perderá la mano se encomendó al señor penitenciario le dirija aquella ciudad y le encomiende a persona de su confianza que le busque posada, y hable a dicho cirujano para que le cure y que los gastos que se causaren se le abonarán omitiendo la expresión de que va por orden del cabildo”

(ACO Actas Capitulares. Tomo 29 FOL 7)

1793. Ourense. Manuel García Lugín y Pedro de Puga

Ignoro si se puede identificar a Manuel García Lugín cirujano con un docente de la Universidad de Santiago en 1818 con el mismo nombre. Detenido es el informe de la dolencia sin duda cancerígena que certifican en un soldado que pide le den la licencia.

“Pedro Pérez Bobo, vecino de Villardeciervos y soldado de las milicias de Toro, residente en esta ciudad a vuestra merced como más lugar haya, dijo que en los 11 de enero próximo pasado de este año hice presente a V. Md estaba padeciendo en el grueso de la mejilla izquierda una espina venosa con cal y materias por el cielo de la boca, concluyendo que para hacerlo ver certificase mi estado, don Manuel García Lujín cirujano que me asistía, lo que así se estimó y con cuyos documentos acudí al señor sargento mayor de mi regimiento, que se halla con él en la plaza de Loyola, raya de Francia, que tuvo por bastantes como lo acredita la misiva que presento y juro y pido se me devuelva para los fines que me importa, sin embargo de lo cual por el Comisionado que ha quedado en la ciudad de Toro para la conducción de los soldados ausentes y enfermos se despachó apremio contra mi padre hasta que me presente y respecto me conviene hacer ver a dicho comisionado el deplorable estado en que me hallo suplico a vuestra merced se sirva mandar que dicho cirujano y que aún me está asistiendo, acompañado de don Pedro de Puga que lo es también de esta ciudad certifiquen a esta continuación lo que les coste y hecho, aprobándolo vuestra merced todo, interponiendo a ello su autoridad judicial decrete mandar se me dé el testimonio o testimonios que me acomoden para darle el uso que corresponda en justicia, que pido y juro lo de- Miguel Salvador de Silva”.

“Certifiquen los cirujanos don Manuel García y don Pedro Puga según se pide y hecho se traiga. Lo mandó el corregidor en Orense a 15 de febrero de 1793”.

“En cumplimiento del decreto que antecede yo don Manuel García Lugín de estado noble y cirujano del regimiento Provincial de Monterrey del que es Coronel el brigadier don José María Marquina y don Pedro de Puga cirujano también aprobado de esta ciudad de Orense certificamos que estamos asistiendo a Pedro Pérez Bobo soldado que expresó ser de las milicias provinciales de Toro, ha más de cuatro meses le estamos administrando varios medicamentos y insecuciones por los alveolos de las penúltimas muelas de la mandíbula superior izquierda por padecer en el interno del hueso maxilar una espina ventosa, con carie y corrupción del periostio en la lámina externa debajo los tegumentos que componen la mejilla de cuya parte se ha extraído una esquirla de hueso el día dos de este presente mes, por cuya razón será preciso sacarle todo el hueso que esté careado. Cuya enfermedad sobre ser muy larga es muy difícil su cura y aun cuando se logre le quedará la cara muy desfigurada y a peligro de la vida porque la espina ventosa hace sus estragos en los huesos inmediatos, lo que se conoce están ya tocados por padecer dolores o copos en toda la mitad de la cabeza de aquella parte, los que son signo evidentes de dicha carie y expeliendo como expele por los dichos alveolos gran cantidad de pus negro, como tinta con el hedor intolerable y por debajo de los tegumentos externos que salen de los alveolos una aguadilla pajiza, pronóstico evidente de la carie en la lámina exterior de dicho hueso maxilar y no obstante los prontos socorros que se le han administrado prosigue esta enfermedad con sumo peligro como lo llevamos expresado y anunciados los graves síntomas que le acompaña y por ser la verdad damos la presente que firmamos, estando en dicha ciudad de Orense a 16 días del mes de febrero año de 1793”.

(AHDOURENSE 637/1).

(*) Canónigo archivero