Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pedro de Silva

El gran dinero nunca mide estas cosas

Aunque el fútbol dejó de ser hace mucho un deporte y se convirtió en un gran negocio sin corazón, le quedan rastros y restos de lo que fue, y ese fantasma le basta al aficionado para que se mueva su corazoncito. De todas las franjas de clubes la más enternecedora (y con más verdad dentro) es la docena de equipos que, sintiéndose de Primera, tienen presupuestos de Segunda, se mueren de ilusión por subir aunque sepan que con suerte malvivirán arriba un par de inviernos y se pasan la vida subiendo y bajando, o sea, gozando un día y sufriendo tres. Así son las cosas del corazón: como la vida misma. El problema de la Superliga es que se ha hecho por arriba sin contar con el corazón del aficionado, que sigue latiendo con el fútbol de siempre y su memoria. Por ejemplo, el mito de un club tan histórico como el Sporting de Gijón sigue siendo el matagigantes, como lo llamaron hace más de 60 años.

Compartir el artículo

stats