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Luis M. Alonso.

Centrismo de boquilla

Centrismo de boquilla

No son escasos los momentos en la historia en que los partidos de derecha e izquierda supuestamente moderados se sienten impelidos a desplazarse hacia el centro. Es curioso, porque el centro casi nunca gana elecciones en este país, salvo cuando el electorado percibe que es realmente necesario centrarse, algo que la polarización ideológicamente programada aleja sucesivamente de cualquier voluntad. Ese movimiento suele coincidir curiosamente en el instante en que los pretendidos partidos de centro buscan acomodo en la izquierda o en la derecha, dando la sensación de que nadie está completamente a gusto en el lugar que ocupa. En nuestra política del diletantismo, la aspiración de situarse en el lugar de otros se siente como el logro estratégico de arrebatar al adversario lo que le pertenece.

La tentación de recolocarse traerá un nuevo descalabro y, presumiblemente, la desaparición de Ciudadanos. Por absorción o simple desistimiento. Tiene razón Arcadi Espada cuando recuerda que Rivera cometió un error al pretender reemplazar al Partido Popular pero que ese error hubiera sido el mismo de haber querido sustituir al PSOE; incluso juntarse con él desde el momento en que él es Sánchez, no el PSOE a que estábamos acostumbrados antes de Zapatero. De hecho, se va a comprobar enseguida cuál va a ser el resultado definitivo del volantazo de Arrimadas.

Viendo cómo está el patio, el centro es estética y maquillaje. Se aspira a él de boquilla, pero nadie está dispuesto realmente, ni el PSOE de Sánchez ni el PP de Casado, a dar el paso y librarse de las excrecencias a izquierda y a derecha, porque a nadie le salen las cuentas para gobernar sin hipotecas. Por eso todo consiste en vender humo. Nadie se atreve a construir el centro desde una auténtica vocación moderada, pensando en el bienestar y en la convivencia del mayor número posible de españoles. Quizás también porque una gran parte de la sociedad ha decidido cavar las trincheras a las que los propios partidos la han empujado irresponsablemente.

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