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Jose Carneiro

La (cruda) realidad del “Evrima”

El "Evrima", en su partida hacia Santander Marta G. Brea

La construcción del mayor buque civil de la historia naval española va camino de convertirse en un culebrón cuyo último capítulo se filmará, muy a pesar de la industria viguesa, en Santander. Sobrecostes, retrasos, medias verdades, deudas, promesas incumplidas… Lo que parecía un salto cuantitativo y cualitativo del sector naval gallego adentrándose en el selecto club de los cruceros de lujo podría acabar en un fiasco de repercusiones todavía desconocidas.

Pocos en esta industria se creen ya que el Evrima vuelva a Vigo. Las prisas por llevarse el barco a Astander para los trabajos de pintura cuando el astillero cántabro tenía –y sigue teniendo casi un mes después de la partida del buque– el dique ocupado con otro encargo ya eran un mal presagio. Y la visita del presidente regional, Miguel Ángel Revilla, al Evrima el próximo miércoles para celebrar que el crucero se terminará en Santander, lo confirma. Para el naval cántabro supone un hito.

Mientras, en Vigo, se suceden las extinciones de contrato y las medidas de ajuste para el personal eventual por falta de trabajo y la deuda de las auxiliares no para de crecer. Con este panorama, ¿qué futuro tiene Barreras, una empresa que ha pedido el rescate a la SEPI y a la Xunta amparada en unos contratos que no llegan? ¿Qué valor tienen las promesas de carga de trabajo? El naval vigués merece conocer la verdad.

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