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Antonio Touriño

Mirador de lobeira

Antonio Touriño

¿Salvar el verano a toda costa?

Fomentar el ocio en tiempos de pandemia es una forma de alimentar la ilusión, como la de crear un oasis en el desierto de la incertidumbre, la nostalgia de la antigua normalidad, esa que se echa de menos desde el 14-M de 2020. De ahí que florezcan ahora viejas ideas rescatadas de baúles municipales o de promotores privados, simplemente porque Semana Santa y verano están ahí.

Pero quizás sea el momento menos oportuno para abrir ese melón, tanto si la iniciativa es particular como si cuenta con la bendición pública en tanto que crean expectativas de diversión que aunque somáticamente son muy positivas, colisionan de frente con la salud ¿Creen que se puede salvar el verano a toda costa?

Cierto que el parque acuático que se construye en Penente, que la Vía Verde desde Vilagarcía a Caldas y Portas, que las piscinas de agua salada de la playa de Compostela o los viajes turísticos en los catamaranes del Xacobeo son una verdadera tentación para los días de descanso. Aún así, ¿de verdad, son necesarios estos reclamos en este momento? O, por el contrario, se trata de un disparate más que puede tener resultados nefastos, consecuencia de las aglomeraciones, la relajación muscular y mental, y el inevitable contacto que se fomenta.

La comarca, en absoluto necesita ahora de todos estos proyectos de indudable tirón turístico. Es más, hasta parece una provocación a otro sector que se ha visto obligado a cerrar sus establecimientos durante todo el año al prohibirse el movimiento con los cierres perimetrales concéntricos que se ordenan día sí, día también.

Se entiende, casi, que se lleven a cabo algunas iniciativas privadas pues al final el riesgo lo asumen ellos, pero se explica muy mal que tales proyectos surjan de las instituciones, que parecen impacientes por ofrecer una normalidad que está demasiado lejos de ser conseguida.

Evidentemente que hace un par de años serían apuestas seguras para mejorar la calidad de vida de los arousanos, al arrostrar interés, pero en estos momentos es una provocación.

Cuesten lo que cuesten, que por dinero no será, hay evidencias de despilfarro si no se cumplen las normas sanitarias. Por ello, no solo carecerán de rentabilidad sino que son candidatas al deterioro por falta de uso. Pasó con el CIRA, ¿recuerdan? Para que sea más fácil de entender, el acuario de la playa que sucumbió a la piqueta simplemente porque nunca tuvo utilidad.

Pues bien, ahora toca construir unas piscinas de agua salada que, además, ni siquiera usará el líquido procedente del mar, sino que será yodada artificialmente para que parezca un espacio de shibaritismo en tanto que el proyecto incluye también hidromasaje al aire libre. Se supone que contará con una duchita de agua dulce como traca.

Mientras en Meis se ofrecerán unos gigantescos tubos por los que se precipitarán de uno en uno los clientes a velocidad de vértigo. Y en Valga se rehabilitarán las vagonetas para recorrer la Mina Mercedes, sin olvidar que Vilanova y Catoira ofertarán una singladura en el drakar vikingo. La oferta puede continuar casi hasta el infinito pues paisaje, turismo, patrimonio, hasta rutas por cementerios o panorámicas 360º salen cada día del crisol mental de los promotores.

Piensen que, al final, los ciudadanos de a pie, los normalitos, solo piden cosas lisas y llanas como extender un ratito la toalla en A Lanzada, llevar la fiambrera a Xiabre o celebrar su boda en un lugar romántico.

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