Hoy, la política española ha sufrido una conmoción. PP y Cs han roto algunos pactos que probablemente acaben con todo aquello que les une. Esto hace añicos la idea de un centro derecha moderado. Veremos las consecuencias.

No es mi intención realizar apreciaciones de calado sobre la tormenta que se desatará, las posibles consecuencias en los próximos resultados electorales y sobre las inquietudes de los sufridos ciudadanos, para eso ya están los sesudos politólogos, sociólogos o tertulianos de todos los medios, que es seguro que lo harán mejor que el que suscribe.

Mi intención es hablar de libertad esa palabra tan maltratada por todos, y que Ayuso con un discurso incendiario ha resumido: “Conmigo o con ellos, libertad o socialismo”.

Parece no entender la tan populista Ayuso que la libertad es un espacio compartido, no pertenece a ningún partido político, ni siquiera es patrimonio individual de cada cual, pues si no somos capaces de respetar la ajena tampoco puede coexistir con la propia. No es un símbolo, tampoco una bandera a la que tanto les gusta a algunos aferrarse. No, la libertad es una norma de convivencia entre ciudadanos y cuando se intenta limitar la de los demás se está perdiendo la propia.

Ayuso sostiene que “libertad o socialismo”, obviando que este país creció en sus libertades civiles, concordia y paz, a la sombra de un gobierno socialista elegido mayoritariamente por los españoles durante catorce años continuados (bajo la presidencia de Felipe González), y posteriormente siete años con José Luis Rodríguez Zapatero.

No pretendo hacer una valoración de cuestiones de otra índole, solo de la libertad. No se olvide, señora Ayuso, que en estos periodos España entró a formar parte de los países más libres del mundo.

Calcula Ayuso que podrá ganar las elecciones olvidándose que están en manos de los votantes de la Comunidad de Madrid, no de sus deseos. Lo que no menciona es que para gobernar le importará muy poco el cómo, tendrá que recurrir, seguramente, a ese partido tan defensor de la libertad que se llama Vox.

En este océano agitado solo falta que el diletante Aznar nos recuerde a los españoles que él ya lo había insinuado, que para eso “él es él”. Lo que a mí me parece, es que alguien que presidió un partido y continuó dirigiendo al país, ahora parece presidirse a sí mismo.

A los otros populistas recordarles la norma previa, pues también es verdad que algunos solo creen en la libertad cuando entienden que únicamente es suya.