El “regreso” de O Marisquiño a la ciudad que nunca debe abandonar es, sin duda, la mejor noticia que aguardaban los vigueses, que tienen así la garantía de que el principal festival de deporte urbano de España continuará a orillas de la ría. Pero el acuerdo de última hora entre organización y administraciones no debe esconder la escasa prudencia que se ha demostrado en estas últimas semanas por parte de todos los participantes en este asunto. Tanto la organización (que quizás se apresuró a la hora de anunciar su marcha) como las administraciones (Xunta y Concello, que reaccionaron con retraso) deberían ofrecer algo más de responsabilidad en cuestiones de tanto calado como O Marisquiño, que supone un retorno económico para la ciudad de más de 20 millones de euros, y se presenta clave para la depauperada hostelería. Si era posible el acuerdo, como se demuestra con el anuncio de ayer, lo lógico era agotar la vía del diálogo, por respeto a ciudadanos y participantes, antes de protagonizar este cruce de comunicados y declaraciones y de utilizar a la opinión pública como ariete. La conclusión es sencilla: que no se repita en el futuro.