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Joaquín Rábago.

Ponerle el cascabel al gato

Es difícil entender la resistencia de los partidos del bipartidismo a los llamamientos que se hacen desde otras formaciones, tanto nacionalistas como de izquierdas, a una cabal rendición de cuentas de la Corona.

Hay como un miedo atávico a remover cuanto quedó sellado en la Constitución de 1978, aprobada por un pueblo todavía bajo el trauma del largo franquismo, como si no se quisiera reconocer todo lo que ha cambiado la sociedad desde entonces.

Populares y socialistas parecen paralizados, esperando siempre a que sea el monarca, ahora don Felipe, quien dé el primer paso, quien tome la iniciativa en materia de transparencia.

Hace tiempo, sin embargo, que dejamos atrás la época de las cartas otorgadas, cuando era el Rey quien decidía autolimitarse sin reconocer el principio de la soberanía popular. Es la nuestra por fortuna una monarquía parlamentaria, y esta se define como una forma de gobierno en la que el Rey ejerce la función de jefe del Estado bajo el control de los poderes ejecutivo y legislativo.

"Hay como un miedo atávico a remover cuanto quedó sellado en la Constitución de 1978, aprobada por un pueblo todavía bajo el trauma del largo franquismo"

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Es decir que aquel reina pero no gobierna, pero, a juzgar por el comportamiento que muestran algunos de nuestros políticos, es como si no acabaran todavía de creérselo.

Cada día conocemos más detalles de cómo el que todavía conserva el título de “Rey emérito” hizo de su capa un sayo, y no solo mientras ocupaba el trono, sino también tras su abdicación.

Y su comportamiento, indigno a todas luces, además de arrojar una sombra sobre la propia monarquía, está sometiendo a las instituciones a tensiones malsanas desde el punto de vista de la salud del sistema democrático.

¿Por qué se sigue esperando entonces a que sea la propia Corona la que se autorregule? ¿No va siendo ya hora de que el Parlamento tome la iniciativa y de que todos los partidos se retraten?

¿A qué obedece la resistencia a crear una investigación parlamentaria que se ocupe de las tropelías de un Rey que un día decidió ponerse a España por montera?

¿Cuándo se delimitará la inviolabilidad del monarca de forma que no esté sujeto a responsabilidad penal únicamente por aquellos actos que tengan que ver con el ejercicio de su función?

¿O es que acaso nadie se atreve, ni siquiera un partido con casi siglo y medio de historia y que se dice, para más inri, republicano, a ponerle el cascabel al gato?

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