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La vuelta de Aznar

Cuando el temporal Filomena congeló Madrid, en algunos sectores de la ciudad corría un chiste que hacía un paralelismo con las 10 plagas que asolaron el Egipto bíblico y que parecían estar cebándose con nosotros, empezando por la pandemia del COVID-19. El chascarrillo decía que de aquellas 10 plagas ya solo faltaban dos: la de las langostas y la vuelta de Aznar. Pues señores, Aznar ha vuelto esta semana para celebrar el 25º aniversario de su victoria electoral. No ha regresado al poder, no al menos todavía, pero el Aznar que ha retornado es ese que no se arrepiente de nada, que se ratifica en todo, incluidas las cosas que después se demostraron mentira, y que presume de que todo lo hizo bien. Se vio en la entrevista con Jordi Évole y se aprecia en cada una de sus intervenciones públicas.

Aznar ha vuelto esta semana para celebrar el 25º aniversario de su victoria electoral. No ha regresado al poder, no al menos todavía

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Ayer mismo insistió en que él unificó todo el espacio “que estaba a la derecha de la izquierda”. Y es cierto, lo hizo. Lo recordó para contraponer aquella hazaña suya con lo que ocurre ahora, sin tener en cuenta que los tiempos han cambiado. Tal vez fue también su manera de sumarse a aquellos dirigentes que dudan de la capacidad de Pablo Casado para liderar el PP, dada la crisis superlativa que sufre el partido. Lo cierto, sin embargo, es que el actual líder tiene razón cuando recuerda que él heredó el espacio político conservador fragmentado y que ahora la cosa de reunificar a la derecha es mucho más complicada, porque hay partidos fuertes. No hay más que mirar a Vox, tercera fuerza en el Congreso de los Diputados con 52 escaños.

Mientras destacados aznaristas le piden a Casado una integración con el partido ultraderechista, el propio Aznar le recomienda que evite la indefinición. ¿Que la evite para qué? ¿Para acercarse a los de Abascal o para centrar más su discurso? Se lo dice, claro, con aparente simpatía, no en vano Casado es uno de sus discípulos predilectos, aunque ahora hay quien dice que el expresidente popular prefiere a Isabel Díaz Ayuso. El toque trumpista de la presidenta madrileña puede que esté más en su línea.

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