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Estar quedos

Yo hasta ahora nunca había leído completo el libro del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha y gracias a una tablet, que me regalaron mis hijos, he escuchado todo su texto y he quedado maravillado de la riqueza del lenguaje de Cervantes, pues, junto a hermosas palabras que han caído en el desuso, hay otras tan actuales que son de diario uso por los jóvenes.

En un primer momento pensé que sería bueno recomendar a nuestros políticos la lectura del Quijote, ya que con ello aprenderían los insultos que el Caballero de la Triste Figura dedica a su escudero Sancho Panza y así, de forma más ilustrada y variada, podrían saludar a sus contrincantes, lo que harían más divertidas las sesiones de los plenos del Ayuntamiento y del Congreso de los Diputados.

Pero pronto mudé de idea. Y centré mi atención en los encantamientos que a lo largo de toda la obra sufre Don Quijote, porque hoy esos encantamientos, como el virus del COVID, se extienden por España sin control, lo que puede representar un peligro para los que los sufren. Así, igual que Don Quijote cuando liberó a los galeotes presos no recibió de ellos más que pedradas que a punto estuvieron de matarlo, en la actualidad, hay un encantamiento que el que lo sufre es uno que quiere liberar a otros condenados, y de los que ya no recibirá las gracias sino solo pedradas reivindicativas. Pero ahí no terminan los encantamientos, ya que hay otro, que dueño de una excepcional venta, cree al igual que Don Quijote que es castillo, pues lo tiene protegido con muro perimetral de granito y custodiado por vigilantes armados las 24 horas de todos los días, pero en este caso, Don Quijote no puede deshacer el encantamiento por las mismas razones que no pudo evitar el manteo de Sancho.

Otro encantamiento, producido por un gigante malandrín, es el que más enfurece a Don Quijote ya que han conseguido plasmar en una norma que el español no es el idioma de España. Por ello nuestro héroe, con la fuerza de su brazo y empuñando lanza y espada, arremeterá contra ese gigante para “desfacer” el encantamiento y su aventura será aplaudida y recordada, no solo en España sino también en Hispanoamérica.

Por lo expuesto y viéndose en el horizonte que hay individuos que anuncian nuevas iniciativas que son perfectas situaciones para los encantadores y, por ello, un peligro para el país, como Don Quijote hay que decirles, con voz fuerte y serena, pero como una auténtica orden “estar quedos”.

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