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Javier Sánchez de Dios.

Crónica Política

Javier Sánchez de Dios

Las casualidades

Pocas veces como las que se están produciendo en los últimos años han coincidido tantas casualidades –sin comillas: colocarlas sería sugerir una sospecha, y habrá que esperar y ver– como las que ahora se dan. Cada vez que a la coalición, por un motivo u otro, le ha venido bien que se desviase la atención de la gente del común acerca de sus acciones u omisiones, se desvió. Es cierto que en eso llevan la mayor parte de las coincidencias los de Podemos, pero no es una ventaja insuperable para el PSOE. Y en ocasiones han ido de la mano a la hora de atender lo casual.

Las casualidades, como la social en los amoríos de Tenorio, han recorrido toda la escala de asuntos polémicos. Desde el traslado de la momia del general Franco hasta las aventuras del rey emérito pasando por filtraciones –judiciales, fiscales, económicas y hasta rumores de galanteos– oportunas y unidireccionales han estado al orden del día, durante muchos, ocupando el lugar en el debate de cuestiones incluso vitales, como las desvergonzadas manipulaciones de datos acerca de una pandemia que lleva camino de superar la mortalidad no bélica.

En este punto cabe la tentación de entrecomillar, pero hay que respetar las presunciones incluso cuando las apariencias reiteradas invitan a lo contrario. Ocurre que esta vez, sin pulsos para ver quién gana la carrera entre los socios, el Gobierno en Consejo de Ministros decidió apelando a una Ley –¡de Aznar...!–, la Hipotecaria, abrir otra caja de Pandora: la lista de bienes no inscritos en el Registro de la Propiedad por la Iglesia católica entre 1998 y 2015. Suman unos 35.000 con más de siete mil en Galicia.

La cifra, publicada con todos los datos por FARO DE VIGO, indica que son muchos esos bienes sin registrar oficialmente. Lo que tampoco ha de acompañarse de comillas, porque en este Reino no son raros los casos de propietarios que no hacen uso del registro correspondiente, por aconsejable que sea, pero la casualidad una vez más favoreció a quienes, en pleno análisis de los resultados en Cataluña, proclamaron su victoria antes de tiempo y es posible que, salvo pactos raros, se quedarán fuera del Govern; así hay pocos comentarios al respecto, y menos aún críticos para la estrategia monclovita. Otra casualidad.

En todo caso, y sin ánimo de defender o criticar a alguien todavía en un asunto que nada tiene a que ver con la fe que se profesa –pero que debiera dejarse prístino cuanto antes–, la respuesta de la autoridad eclesiástica ha sido rápida y contundente: no desmiente el contenido de lo que remite el Consejo de Ministros y afirma que, en caso de legítimas reclamaciones, se atenderán. Ahí debería terminarse la polémica, al menos hasta que quede resuelto el fondo, pero es probable que se prolongue todavía algún tiempo. Lo que no parece casual es una curiosidad: de los ejemplos citados de coincidencias –hay muchos más pero falta espacio– destacaba una ausencia de erosión –aparte la Ley Celáa– de instituciones importantes en el Estado: la de la Iglesia. Queda por ver qué sale ahora de la caja de Pandora, sin olvidar que en ella permanece la esperanza. Ojalá que sea la de conocer la verdad.

¿No...?

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