Opinión
Ventajas objetivas de la libertad de expresión
Gracias a la bendita libertad de expresión sabemos, objetivamente, lo que piensa sobre las medidas contra la pandemia un ciudadano de nombre Luis Ángel Garrido. Su lema es “no más confinamiento” (no more lockdown, canción de Van Morrison) y cree que el saber de los epidemiólogos se ha quedado en la Edad Media. No se ve como negacionista: admite que la pandemia existe y causa muertes. Como el negacionista del cambio climático, pertenece objetivamente, por tanto, a la tribu social de los que, gracias a una sapiencia inmanente o revelada, se creen por encima del consenso científico. Por cierto, ese mismo ciudadano, ahora en cuanto presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, ha firmado (desde luego sin perder la objetividad) un auto que, por efecto rebote, podría dinamitar la política contra el COVID-19 en España. Gracias a su libertad de expresión hemos sabido todo esto.
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