Fernández

Sé que puedo comprometer mi pacífica relación con entrañables amistades, pero considero tan injusto atribuir culpas inciertas como esconder o silenciar éxitos, conquistas, méritos y virtudes de personas a quienes siempre hemos de estar agradecidos. Cuando tanto nos han dado a tantos. No son gente de lisonja, de aplausos o de halagos. Ni siquiera de elogios, aun siendo consecuencia de los muchos méritos contraídos. De ahí mi razonado temor por el atrevimiento de estas letras, las que confío sepan alcanzar una mínima indulgencia.

Desde el municipio de Sarria, al que incluso se prestó diligente el Camino de Santiago para servir de calzada a sus inquietudes y talentos, las diversas generaciones de la familia Fernández han venido ofreciendo el mejor de los servicios a una tierra que por entonces, a principios del pasado siglo, no acertaba a desperezar sus miedos y capacidades. Sumida como estaba en aquella, también, longa noite de pedra.

Allí regresa de Cuba con un sólido capital Marcos Fernández, a quien decían también el de Barreiros, uniendo ya por entonces tierra y destino, universalidad con origen. Hombre dado al sabio comerciar y a la virtud de la palabra, supo inculcar en sus hijos, y estos en los suyos, que esta bendita tierra era también cuna de inmensas riquezas y grandes posibilidades. Primero, su hijo Antonio y, tras su prematura muerte, sus nietos Antonio y José Fernández López, con la ayuda de sus hermanos, supieron llevar los productos gallegos a un amplio estado de conocimiento y demanda. De la compraventa de reses a la creación de grandes factorías cárnicas en Mérida y Porriño, desde donde acercaban sus productos a los más variados mercados. De las quejas de nuestros ganaderos, que daban cuenta de plagas y pérdida de cosechas, a la fundación de la empresa Zeltia que pone fin a estos males. De la precariedad de mercados, en una posguerra mundial de la que Marshall y su Plan nos había excluido, a las alianzas empresariales ICI Farma o Cooper Zeltia, que entronizan por el mundo el saber y el hacer de esta generosa tierra. Como la creación de Frigsa, Transfesa, Cementos del Noroeste y tantas otras empresas que llevan a un ansiado bienestar a miles de familias de toda nuestra geografía, creando oportunidades donde solo había incertezas.

Pero Galicia es también mar. Y el mar es riqueza, y, por tanto, manantial de recursos y fuente de oportunidades. Allí volvía a estar un Fernández para ver lo que nadie había visto. Aventó por entonces don José, así le hacían llamar su cultura y su grandeza, que la pesca en lejanas y ricas latitudes podría ser viable y rentable si aprovechaban los conocimientos que sobre el uso del frío venían aplicando a la carne. Con la inestimable ayuda de otro galleguista de pro como era Paz Andrade, constituye Pescanova. Por primera vez una empresa gallega va a mostrar al mundo como se pueden alcanzar las más remotas y prolíficas pesquerías, conservando intactos los placeres y virtudes de la pesca. Tenían los medios y con enorme éxito afrontaron los desafíos.

Fueron todavía un paso más: previendo que los tiempos andarían caminos de riesgos e inseguridades, fomentan por vez primera alianzas con personas y empresas de los más insospechados países, al pie de tanta riqueza. Y son precisamente aquellos proyectos mixtos los que amparan y consolidan la estabilidad de un sector que ha llevado a Galicia a referente actual de la pesca en todo el mundo.

Pero también hoy, cuando este maldito virus continúa estrujando nuestros corazones y acechando el destino de millones de personas, dos grupos empresariales nacidos del esfuerzo, de la capacidad y el talento de aquella misma familia de Sarria, vuelven a ponerse al lado de sus gentes para enfrentar un desafío nunca antes imaginado. Y con la certeza, además, de que van a superarlo.

Si Pharmamar ofrece a las gentes una sólida esperanza con un producto traído de los océanos tras un largo, ingente y encomiable esfuerzo de investigación, el Aplidin, al Grupo Zendal, fiel legatario de aquella Zeltia primigenia, ha encomendado la multinacional Novavax la fabricación de los millones de vacunas con los que combatirá el COVID por toda Europa. Sin duda, un gran reconocimiento a su labor, pero el Grupo Zendal es mucho más.

Además de tener su vacuna MTBVAC a punto ya de entrar en Fase 3 y a un paso de la lucha abierta contra una tuberculosis que de nuevo está matando a millones de personas cada año, tiene en desarrollo otras dos vacunas propias contra el COVID, con unos resultados hasta ahora espectaculares. Como no podía ser de otro modo.

Pero si en el campo de la empresa fueron pioneros en el éxito de la ciencia, la aportación de la familia Fernández a la educación y la cultura gallega tiene también notables manifestaciones. La Creación de la Escuela Granxa de Barreiros en Sarria, que de manera gratuita impulsa el saber en la agricultura, la ganadería y en las galaicas tradiciones. La creación por Antonio Fernández del Colegio Fingoi en Lugo, en el que se ofrece la mejor educación “al margen de cualquier aspecto industrial o de lucro”. La fundación, junto a otros ilustres galleguistas, de la Editorial Galaxia. La donación por su hermano José de los terrenos en los que Porriño construiría su instituto. Su decisiva aportación en la ampliación del Museo Provincial de Pontevedra. Y otras mil obras más.

Sirvan en definitiva estas líneas de homenaje y reconocimiento a tantas iniciativas que, también en momentos tan cruentos como los que vivimos, pugnan cada día por abrir a todos un mejor futuro. Entre ellos, siempre estará un Fernández.

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