Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Francisco García Pérez opinador

Nuevos palabros en circulación estática

El ministro Salvador Illa acaba de sumarse a la lista de innovadores de la lengua castellana (y también de las leyes de la física en su caso). A ver cuándo innovan para bien, caramba. “Las cabalgatas de reyes se aconseja que, si se hacen, sean estáticas”, declaró días atrás con la alegría que no lo caracteriza y con acusada alteración del orden que las palabras tienen habitualmente en el discurso (figura retórica llamada hipérbato o hipérbaton). O sea, recomienda moverse sin moverse. Porque una cabalgata es una marcha en fila de jinetes, carrozas, bandas de música, danzantes, etc. Y estática es la persona que se queda parada. Cabalgata estática. Eso no puede ser y, además, es imposible, como decía el clásico. El mal uso de nuestra lengua común española no es patrimonio de la derecha política a pesar del empeño que en ello suele poner.

Unas recientes declaraciones de Laura Tuero –concejala de Podemos Equo Xixón– me han ayudado a innovar mi lenguaje: donde antes decía yo “gestora”, diré “comité técnico”. A ver cuándo innovan para bien, caray. Sus palabras han tratado de instruirme asimismo sobre otra cosa que mi ignorancia idiomática me ha impedido comprender: “Hay que reforzar los espacios que nos conectan con los movimientos sociales”. No sé cómo se refuerza un espacio, conectado o no. No sé siquiera qué es reforzar un espacio. No sé en qué idioma habla. El mal uso de nuestra lengua común española no es patrimonio de la derecha política a pesar del empeño que en ello suele poner.

La compañía farmacéutica Pfizer acaba de parir otra disculpita para innovar el idioma. Incluso con variante, que así son los ricos de generosos. Ahí va: “Problema logístico” o “incidencia logística”. Ocurrió a raíz de la demora en la entrega a España de 369.525 dosis de la vacuna anti- COVID-19. El retraso se debió a un “problema logístico” en la fábrica de Puurs. No conseguí saber cuál fue el problema o incidencia por más que traté de informarme. Así que ya tengo excusa para escaquearme de cualquier culpa: “Es que los problemas e incidencias logísticas...” Y ahí lo dejo. A ver cuándo innovan para bien, pardiez. El mal uso de nuestra lengua común española no es patrimonio de la derecha, la izquierda, el centro o las multinacionales a pesar del empeño que en apropiárselo suelen poner.

En la primera evaluación de Primaria y Secundaria, parece norma no escrita que muchos profesores evalúen a la baja. Si el alumno alcanzaba notable, se le mandaba para casa con un aprobado. Lo viví docenas y docenas de veces y siempre que yo argumentaba que había que ponerle la nota merecida, ni más ni menos, la explicación con tono muy condescendiente que recibía era la misma: “Es que si le pongo un notable se relaja y no trabaja más en todo el curso; pero poniéndole un aprobado lo estimulo”. Lo hacían para animar. Y siempre obtuvieron mi contrarréplica: “Tu intención es buena, pero míralo al revés: ¿Y si se frustra? A lo mejor dio todo lo que tiene en esta evaluación y soñaba con el notable. Así que al verse solo aprobado puede entender que no da más de sí y abandona todo esfuerzo”. Nunca se llegó a acuerdo alguno.

Un juego para terminar. El palíndromo es una palabra o frase cuyas letras están dispuestas de tal manera que resulta la misma leída de izquierda a derecha que de derecha a izquierda. Por ejemplo, “anilina”. O “dábale arroz a la zorra el abad”. Inventarse palíndromos es ejercicio divertido para las crudas y frías tardes de invierno, o para sofocar el ocio estival. Un amigo que me lee ingenia palíndromos como ejercicio mental y tiene la gentileza de enviarme unos cuantos. Los iré compartiendo con ustedes. Ahí va el primero, recomendable para hipertensos con poca fuerza de voluntad: “él aparta la sal y la sal atrápale”.

Compartir el artículo

stats