Estados Unidos despierta cada vez menos simpatía entre los ciudadanos alemanes, tendencia anterior, por cierto, a la actual presidencia aunque reforzada con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Sin embargo, durante los primeros años de la Guerra Fría, en un país dividido, los alemanes occidentales destacaban de entre todos los europeos por lo que, abusando de la palabra América, podríamos llamar su “filoamericanismo”.
A lo cual contribuyó la ayuda, en ningún modo altruista, prestada por Washington a la reconstrucción del país, el puente aéreo con Berlín y la histórica visita que hizo en junio de 1963 a la ciudad dividida John Fitzgerald Kennedy.
Tanto Kennedy como quien le sucedió en la presidencia tras su asesinato en 1963, el también demócrata Lyndon B. Johnson, gozaron de fuertes simpatías entre los ciudadanos de la RFA.
Con el republicano Ronald Reagan y el demócrata Jimmy Carter la actitud de los alemanes distó de ser unánime, y el enfriamiento de las relaciones se agravó con George W. Bush, sobre todo a partir de su invasión de Irak, rechazada tanto por el Gobierno de Berlín como por la inmensa mayoría de los ciudadanos.
Pero ningún presidente estadounidense ha sido tan impopular entre los alemanes como Donald Trump. Y ello ya desde el principio de su presidencia, cuando sólo un 4 por ciento de los encuestados decían tener buena opinión del magnate de la construcción devenido en político populista.
Acogido el triunfo de Joe Biden frente a Trump al menos con un suspiro de alivio por lo que un segundo mandato del republicano habría supuesto no solo para su país sino para todo el mundo, el presidente electo es visto con buenos ojos al menos por un 47 por ciento de los alemanes, según un sondeo de Gallup. Como comparación, Kennedy llegó a gozar de una simpatía del 82 por ciento, y Johnson, del 80 por ciento.
Pero de lo que no cabe duda alguna es de la caída de la confianza en EE UU entre los germanos: si durante muchos años uno de cada dos ciudadanos consideraba como el mejor amigo de su país a EE UU, seguido de muy lejos por Francia, con la guerra de Irak (2003), la actitud cambió radicalmente.
A partir de entonces, la inmensa mayoría de los alemanes han venido situando a Francia en el primer lugar entre los países amigos. Incluso durante la presidencia de Barack Obama, sólo un 20 por ciento decía preferir a EE UU mientras que ahora sólo lo hace un 8 por ciento.
Preguntados si están de acuerdo con que “ningún otro país se destaca más en la defensa de la democracia, de la libertad y los derechos humanos en todo el mundo que EE UU ”, solo un 15 por ciento de los alemanes responde afirmativamente, frente a un 40 por ciento hace un cuarto de siglo.
Otra prueba del deterioro de la imagen de la superpotencia en el país central de Europa es que hasta un 80 por ciento de los encuestados se muestra de acuerdo con la siguiente afirmación: “La sociedad norteamericana, consumista y despilfarradora es un ejemplo disuasivo para el resto del mundo”.
De modo también significativo, aunque un 64 por ciento de los germanos cree que con el demócrata Biden en la Casa Blanca van a mejorar en muchos aspectos las relaciones bilaterales, es partidaria al mismo tiempo de que Europa se preocupe más de su propia seguridad sin seguir confiando solo en Washington.