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Carmen Pérez Novo.

Los beneficios del masaje

La importancia de darse un regalo de vez en cuando

Creo que la mayoría de nosotros estaremos de acuerdo en que darle un gustazo, de vez en cuando, al cuerpo, es una de las intensas delicias que nos consiente el destino. Y si este, como contrapartida, carece de efectos secundarios a la larga, tanto mejor. Uno de ellos, sin ir más lejos, es el masaje. De hecho, muchas personas lo han utilizado a lo largo de los siglos. Prácticamente, todas las civilizaciones han practicado esta técnica, como la terapia más antigua utilizada en nuestro planeta. Y es que su finalidad es la búsqueda de equilibrio; o sea, reducir las tensiones musculares, reactivar la circulación sanguínea, liberar emociones y, en definitiva, proporcionar una acción relajante que se traduce, a su vez, en bienestar físico y psíquico.

De todos es sabido que el cuerpo está luchando constantemente contra la fuerza de la gravedad, para mantenerse erguido, alineado y equilibrado. Por eso, el masaje puede ayudarnos a sentirnos mejor en numerosas ocasiones. Debemos tener en cuenta que, desde el punto de vista fisiológico, el masaje es un conjunto de acciones mecánicas, más o menos intensas, rítmicas y profundas, aplicadas con las manos, con el objeto de influir sobre la piel, músculos, circulación sanguínea, linfática y el sistema nervioso. Hay diferencias entre la técnica occidental y el masaje oriental, pues, mientras el primero se centra más en los músculos, trabajando en profundidad y de forma anatómicamente correcta para estimular, relajar y equilibrar la estructura del cuerpo, el segundo, por el contrario, localiza los puntos básicos del sistema nervioso y actúa sobre ellos ¿Resultados?: extraordinarios.

Por eso, no está de más que nos hagamos este regalo de vez en cuando. O que lo practiquemos nosotros mismos. ¿Qué cómo? Pues muy sencillo. Sin ir más lejos el “automasaje drenante” que nos podemos aplicar directamente, teniendo en cuenta que en las extremidades ha de ser de abajo a arriba –de tobillos a muslos y de las manos a los hombros–, y siguiendo el sentido de las agujas del reloj en el vientre.

Hay que masajear con los puños y utilizar un aceite con activos drenantes, como puede ser el pomelo, la salvia o el geranio. Y si a esto le añadimos una toma diaria, en ayunas, de una tisana de jengibre con zumo de limón, obtendremos efecto relajante, a la vez que facilitaremos la eliminación de toxinas, tan importante después de los excesos de comidas supercalóricas.

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