Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Juan Tapia.

Nuestro mundo es el mundo

Juan Tapia

Más allá de “The Crown”

Tony Blair captó el fenómeno Lady Di al definirla como “la princesa del pueblo” en Reino Unido

La magnífica serie “The Crown” quiere ser un fresco de la historia de la Gran Bretaña posterior a la guerra mundial a través de su familia real. Es lógico pues que, al abordar tiempos más cercanos a los actuales, se incremente la polémica entre visiones contrapuestas.

Además, en esta cuarta temporada han entrado en escena dos personajes femeninos –Margaret Thatcher y Lady Di– que han marcado a la Gran Bretaña actual. Algunas críticas afirman que la serie caricaturiza y daña al príncipe Carlos y a la monarquía. Mi impresión es que Peter Morgan retrata la interacción entra la familia real y la sociedad británica (primeros ministros incluidos) y que para ello –y asegurar el éxito– también muestra los aspectos menos favorables de algunos protagonistas. Ofrece así una visión poco oficialista y documentada pero discutible. Describe el esplendor y las miserias de una institución que nadie cree que esté hoy amenazada.

Y este objetivo, logrado a través de una muy notable fotografía y dirección de actores con la complicidad de un gran presupuesto y de unos escenarios espectaculares, explica el éxito de la serie. La monarquía no es castigada porque los defectos de algunos personajes son ya harto conocidos. Y la figura de la Reina –que cumple siempre con lo que cree que son sus deberes– sale mas bien favorecida. Su actitud “social” ante Thatcher, o preocupada por el parado con problemas que irrumpe en su habitación, la humaniza. Es la misma impresión que saqué de la notable película “La Reina” (2009) en la que el mismo Peter Morgan –también con gran riqueza de medios– trataba la relación de Isabel II y el primer ministro Tony Blair tras la muerte de Lady Di.

Thatcher recortó sin complejos el Estado del bienestar y los laboristas, con Tony Blair, no anularon toda su obra. Pasó algo bastante similar, pero a la inversa, a lo que hizo Winston Churchill en 1951 al mantener algunas de las reformas sociales del laborista Clement Attlee.

Según “The Economist”, también Lady Di ha influido mucho en la política inglesa al introducir un cocktail de emoción y antielitismo que después ha revivido el moderno populismo. Diana Spencer, de familia aristocrática, se hizo famosa con un nombre sencillo, cercano a la gente: Lady Di. Y según el semanario adquirió popularidad como campeona de la ayuda a los desfavorecidos, a los entonces marginalizados enfermos de sida y frecuentando a estrellas como Elton John, en vez de a las familias de la alta aristocracia. En una famosa entrevista a la BBC, ya divorciada de Carlos, dijo que nunca sería reina pero que aspiraba a ser “queen of people´s hearts” (la reina del corazón de la gente). Y Blair la reconoció tras su muerte como “la princesa del pueblo”.

Su antielitismo no consistió en un rechazo a la riqueza de la monarquía –obtuvo óptimas condiciones de divorcio–, sino en la rebelión contra unos códigos matrimoniales en los que imperaba la gestación de los herederos adecuados de la Corona frente a las motivaciones mucho mas libres y espontáneas de la gente corriente.

Luego, su repentina muerte tras un trágico accidente en París (que se prestaba a todas las especulaciones) conmocionó a Gran Bretaña y al mundo entero. Su multitudinario entierro se convirtió en una de las más grandes manifestaciones históricas de dolor y fervor popular. Y la música que lo caracterizó no fue ningún himno sino una canción adaptada de Elton John, escrita originalmente para otro icono popular convertido en víctima, Marilyn Monroe.

El semanario británico ve también en la apelación a los sentimientos contrarios a las élites la clave del triunfo del “Brexit” frente al criterio de las élites políticas y económicas. Los “brexiters” apelaron más a la emoción que a la cabeza. Y recurrieron al nacionalismo y el resentimiento social contra las realidades económicas. El “Brexit” ganó con la bandera del nacionalismo emocional.

Pero las emociones son contagiosas y el nacionalismo inglés despreciativo de Europa ha dado nuevas alas al nacionalismo escocés (y proeuropeo) que, con los sondeos a favor, exige ya un segundo referéndum. Y esta vez la actitud de la UE puede ser otra. Así el triunfo populista de Boris Johnson quizás acabe desintegrando a Gran Bretaña.

Compartir el artículo

stats